El gobierno del AKP de Erdogan ha sufrido una humillante derrota en las elecciones locales en Turquía. La clase obrera ha castigado al gobierno de Erdogan por la profunda crisis económica, en forma de estanflación, que se ha desarrollado en el país en los últimos seis meses y que promete causar aún más daño a la población trabajadora en un futuro cercano.
El AKP perdió frente a la oposición las tres ciudades más grandes de Turquía, Estambul, la ciudad capital de Ankara, y Esmirna. Esta es una derrota de proporciones históricas. ¡Estambul y Ankara han estado en manos del AKP durante el último cuarto de siglo! Es más, el candidato que el AKP presentó para el cargo de alcalde metropolitano de Estambul fue un personaje extraordinariamente fuerte del AKP, Binali Yildirim, quien antes había prestado servicio exitosamente como Ministro de Transporte, Primer Ministro y Presidente del Parlamento.
Además de Estambul y Ankara, la alianza AKP-MHP, la coalición islamista-fascista de facto que ha estado gobernando el país desde el intento fallido de golpe de 2016, perdió otras grandes ciudades como Antalya, Adana, y Mersin, así como muchas ciudades pequeñas. En términos generales, este es un rechazo directo a la dura política económica del AKP por parte de los trabajadores y obreros de las ciudades más avanzadas de Turquía, en el corazón industrial del país. Las ciudades y pueblos que Erdogan y el AKP fueron capaces de mantener bajo su hegemonía son, con ciertas excepciones, centros provinciales atrasados y áreas rurales que juegan un pequeño papel en la vida económica moderna del país.
Por si fuera poco, las elecciones se vieron empañadas por el absurdo episodio del escrutinio de votos en Estambul, la ciudad más avanzada y alfabetizada del país. Un vez que quedó en evidencia que Binali Yildirim, el candidato del AKP en Estambul, iba a perder, a último momento, cuando el 98.8 por ciento de los votos ya había sido contado, ¡todo el conteo se detuvo a las 23.20 y recomenzó a las 10 del lunes! ¡El país entero fue tomado de rehén por el sistema de despotismo que ha dominado al país por años! ¡Se congeló el tiempo y todo el movimiento se detuvo! Recién el lunes a la mañana, cuando se hizo obvio que no era posible continuar con el engaño y la manipulación, el AKP finalmente admitió la derrota. Sin embargo, una sorpresa de último momento aún no está excluida.
Bajo el signo de TUSIAD
La Asociación Turca de Empresarios e Industriales (TUSIAD en turco) publicó un memorando en el momento del cierre de los comicios. El mensaje fue claro y estridente: no hay elecciones pendientes desde la fecha hasta junio de 2023, es decir por casi cuatro años y medio. La prioridad, TUSAID pontifica, debe ser la “reforma estructural de la economía”.
Esto es claramente oportunismo de primer orden. Al calcular que sin ninguna elección en el horizonte, el gobierno no tiene necesidad de responder a las críticas, la TUSAID considera que puede demandar al gobierno que ataque de forma descarada los derechos y beneficios de la clase obrera.
Lo que es muy significativo es que el todos los principales partidos burgueses, fueran o no conscientes del memorando de TUSAID o no, coincidieron en sus declaraciones post electorales con el lenguaje usado por la organización del capital financiero. Erdogan y su aliado Bahçeli, líder del principal partido fascista en Turquía, enfatizaron que el periodo venidero era un lapso de tiempo “sin elecciones” y que este periodo debería ser utilizado para las reformas económicas. Kiliçdaroglu, el líder del principal partido de oposición aseguró a todos que estaban listos para asumir toda la responsabilidad que les cupiese por la “resolución de la crisis económica”. Los partidos burgueses están preparándose para atacar y cargar el peso de la crisis sobre los hombros de la clase obrera.
Lo que los partidos burgueses consideran como un “período ininterrumpido de reforma”, el DIP lo considera como un período en el que la lucha de clases ininterrumpida deberá ser librada de cara a una profunda crisis económica. La clase obrera ha visto por sí misma que el gobierno de Erdogan no es un coloso invencible. El gobierno es débil, ya que tiene su base de sustentación no en las bulliciosas ciudades industriales, sino en las ciudades atrasadas de las provincias. La profundidad de la crisis económica de forma inevitable empujará a la clase obrera a ofrecer resistencia contra las condiciones brutales e inevitables impuestas por el gobierno.
¡Por una asamblea constituyente sin cadenas!
Las elecciones una vez más han mostrado claramente que la justicia y los medios en Turquía están atados sin remedio por las cadenas que los ligan al poder ejecutivo monopolizado por Erdogan. El nuevo armado constitucional también ha privado al parlamento de muchos de sus poderes, entregándole al presidente de la república un gran espacio para gobernar por decreto. Nos enfrentamos a un régimen que día a día se está volviendo en más y más despótico. Y cada vez más la oposición burguesa se está acostumbrando a la idea de este llamado “régimen presidencial”.
El DIP llama a un Frente Único de los Trabajadores integrado por las distintas organizaciones de la clase obrera, comenzando por los sindicatos, para parar la ofensiva que la burguesía desatará sobre las clases trabajadoras para hacerlas pagar por la crisis económica. La anomalía constitucional a la que se ha llegado no es reformable. Llamamos a una asamblea constituyente sin restricciones que sólo puede emerger de las luchas de la clase obrera y los oprimidos. Finalmente, la profunda crisis a la que se ha arrojado a la sociedad sólo puede ser superada por un gobierno de los trabajadores.