Este artículo es el editorial publicado en el número 113 del febrero 2019 del periódico Gerçek, órgano central del DIP (Partido revolucionario de los trabajadores de Turquía).
En Venezuela, el imperialismo estadounidense está tratando de derrocar a Maduro con un golpe de estado. Estados Unidos no solo dirige a su marioneta Guaidó detrás de la escena, sino que amenaza abiertamente a Venezuela con una agresión militar. El objetivo no es solo sobre Venezuela, sino doblegar en América Latina, toda resistencia al imperialismo. La amenaza americana previene a Cuba y a algunos otros países. La característica común de estos países es que son una espina para el imperialismo en América Latina, que los considera su patio trasero. Las flores artificiales del patio trasero de los Estados Unidos son los líderes reaccionarios y colaboracionistas de Colombia, Argentina, Perú y Paraguay y sobre todo Bolsonaro en Brasil que representa una tendencia fascista.
Es de importancia capital comprender claramente lo que está ocurriendo en Venezuela. El títere Guaidó trata de convertirse en una fuente legítima por provenir del hecho de que él es el presidente de la Asamblea Nacional electa mediante el sufragio universal general. Sin embargo, se deslegitimó así mismo como también la AN, confiándose al imperialismo estadounidense y llamando al ejército venezolano para realizar un golpe apoyado por los EEUU. Hoy, Estados Unidos defiende a la marioneta Guaidó en nombre de la democracia, mientras, por muchos años han apoyado a sangrientos dictadores. Finalmente, defienden en el reino de Arabia Saudita al príncipe asesino, demostrando al hacerlo, que el sufragio universal no le importa en lo absoluto. La situación no cambia hoy en día.
Ayer Guaidó fue electo como miembro del parlamento. Hoy, es un golpista que no representa al pueblo venezolano para nada. Guaidó es el príncipe Selman de Trump en las Américas. La situación es tan clara: ¡No hay camino intermedio entre Maduro y Guaidó en Venezuela! ¡No hay un camino intermedio entre la Asamblea Nacional y la Asamblea Nacional Constituyente!. La primera ha sido elegida por el sufragio general y la última por la participación de representantes de los sectores sociales, además del sufragio universal La Asamblea Nacional es golpista. La Asamblea Nacional Constituyente sigue siendo la única institución donde la voluntad del pueblo, más mal que bien, se manifiesta. El presidente legítimo de Venezuela es Maduro, aunque no es posible que le demos apoyo político de ninguna manera. ¡Somos incondicionales con Venezuela contra el imperialismo y sus títeres! Guaidó se vendió al imperialismo y ahora está colaborando con Trump para vender su país. Los que buscan un camino intermedio, tarde o temprano, caerán en el mismo frente con los lacayos conscientes del imperialismo.
Hoy, la situación económica de Venezuela es grave. Su pueblo está en la miseria. Pero no es como dice la máquina de propaganda imperialista, porque Maduro es un socialista. Por el contrario, el problema es que al igual que Chávez, Maduro no es un socialista. El petróleo se nacionalizó, pero los monopolios imperialistas como el norteamericano Chevron, los europeos Total y Statoil continúan sus actividades de acuerdo con el gobierno. Dos tercios de la economía del país están en manos del sector privado. La economía de mercado no ha perdido su posición dominante. La organización independiente de la clase obrera y la creación de órganos de poder político se impidieron y el país continuó siendo gobernado por una estructura política parlamentaria burguesa. La economía, ahora bombardeada por el imperialismo mediante las sanciones, se ve arrastrada hacia el colapso por sabotaje del sector privado interno. El parlamento burgués se ha convertido en sede de un golpe de estado. Esto se debe a que Chávez y Maduro, porque no eran socialistas, buscaron un camino intermedio entre el socialismo y el capitalismo, sus medidas nunca fueron hasta el final, llevado al país y sus movimientos políticos al abismo.
Hay innumerables lecciones para nosotros en Venezuela. Una vez más es fútil esperar democracia, libertad y derechos humanos por parte del imperialismo, estas son frases vacías. La Unión Europea, que nos ha prometido traer democracia, civilización y derechos humanos durante medio siglo, inmediatamente se puso del lado del golpe de Estado en Venezuela. El imperialismo europeo apoyó la dictadura proveniente del golpe del 12 de septiembre de 1980 en Turquía. Ese golpe aplastó a la clase obrera y debido a eso la Unión Europea le ató una cadena al cuello a Turquía a través de una Unión Aduanera. ¡Ni los EE.UU. ni la UE! ¡No hay término medio en relación con el imperialismo! La libertad se gana al derrotar al imperialismo. Turquía debe salir inmediatamente de la OTAN, todas las bases extranjeras deben estar cerradas, especialmente Incirlik.
En cualquier momento, Turquía vas a entrar en una importante crisis económica como la de Venezuela hoy. Y no podemos llegar a un acuerdo con el orden del capital que creó esta crisis. ¡También en la economía no hay un término medio entre la clase obrera y la burguesía! Todos los bancos deben ser nacionalizados y un solo banco estatal debe entrar al servicio de un plan económico en beneficio de los trabajadores. Todas las empresas industriales claves y todas las empresas privatizadas anteriormente, todas las instituciones educativas y de salud deben nacionalizarse bajo la supervisión de los trabajadores. Finalmente, el comercio exterior y el control de cambio de las divisas deben ser tomados en el control estatal.
Lo más importante es que el parlamento, elegido por los votos y tiene, entre otros jefes, terratenientes y usureros encadenados al despotismo de Erdog’an y del AKP, no puede resolver los problemas de los trabajadores. Por pan y libertad, refundaremos a Turquía con una Asamblea Constituyente sin cadenas, formada por los representantes del pueblo elegidos sin prohibiciones ni límites electorales. Una de dos: ¡destrucción bajo las manos del imperialismo y del despotismo o la liberación con el gobierno de los trabajadores! ¡No hay el término medio, ni en Venezuela ni en Turquía! ¡No hay término medio en este planeta, dividido por irreconciliables antagonismos de clase, donde la mayoría trabajadora está dominada por un puñado de explotadores chupa sangre!