En el año 2015 se cumple el centenario de la deportación y matanza de armenios de la meseta de Anatolia por parte del gobierno otomano del Comité de Unión y Progreso. Nosotros, como Partido Revolucionario de los Trabajadores (DIP), declaramos que estos hechos constituyen un genocidio, y reclamamos a los gobiernos que dicen representar al pueblo de Turquía el reconocimiento de este acto de genocidio y la adopción de medidas que reparen los daños y los perjuicios que ha sufrido el pueblo armenio.
1. El Estado turco y los historiadores e intelectuales que actúan como sus voceros han negado sistemáticamente el genocidio. Sus argumentos van desde la reducción del número de víctimas -la cifra más baja citada es de 320.000 personas, mientras que muchos historiadores armenios y de otras nacionalidades aumentan la cifra a 1.500.000 victimas- a la pretensión de que estas masacres fueron mutuas. Olvidan dos hechos. En primer lugar, la población armenia de Anatolia oriental -la parte occidental de la patria histórica de los armenios-, que tenía entre 1.200.000 y 2.000.000 de habitantes a principios de 1915,se redujo a menos de 100.000 personas en solo dos años. El genocidio, además del exterminio de la población,incluyó también actos como la limpieza étnica, la conversión religiosa y el cambio de identidad étnica forzados, la criminalización de una identidad étnica específica, el saqueo de las posesiones y propiedades de todo un pueblo o la destrucción de su patrimonio cultural y religioso. Todos estos hechos están bien documentados en el caso de los armenios en Anatolia. En segundo lugar, el argumento de las matanzas mutuas es completamente infundado, en tanto estos actos se cometieron mientras el poder del Estado estaba en manos de la nación turca dominante.
2. La justificación estereotipada ofrecida por la historiografía liberal para explicar esta crueldad bárbara se basa en la "construcción de la identidad turca" o en la "mentalidad unionista" –es decir, la concepción ideológica del Comité Unión y Progreso, partido entonces en el poder. Nuestro punto de vista es fundamentalmente diferente. Sostenemos que el genocidio armenio fue producto de las diferentes manifestaciones de la lucha de clases. Las raíces de los crueles ataques perpetrados contra los armenios se originan en el control del excedente del campesinado armenio por parte de la capa dirigente de las tribus kurdas, que compartían el mismo territorio con los armenios. Más tardío, pero mucho más agresivo y radical, fue el ataque de la naciente burguesía turca, que luchaba contra la dominación económica en la sociedad otomana de las clases acomodadas no musulmanas, persiguiendo el objetivo de una acumulación primitiva de capital a principios del siglo XX. Fue esta fracción de clase representada por los unionistas, entonces en el poder, la que desposeyó a los armenios -así como, por otros medios, a la población griega de Anatolia- para concentrar en sus manos el capital. Estos factores internos se reforzaron gracias al apoyo a la burguesía turca dela burguesía imperialista alemana, que instrumentalizó la fuerza del Imperio Otomano en su lucha contra otras burguesías imperialistas, como la británica, la francesa y la rusa.
3. Nos negamos a abordar la cuestión del genocidio armenio desde un punto de vista legalista. Como partidarios de la revolución proletaria mundial basada en el internacionalismo, nuestro objetivo es restablecer la amistad y la confianza entre los trabajadores y los obreros de Turquía y Armenia. Para nosotros es sobre todo y antes de nada una cuestión política ligada a la perspectiva de la revolución en la región. Todos las turbulencias que han sacudido el continente euroasiático desde el período de 1905-1917 -incluyendo la Primera Guerra Mundial- al período de 1989-1991 han sido el escenario de matanzas masivas entre armenios, turcos y azeríes,estos últimos hermanos étnicos en el Cáucaso de los turcos. Por otra parte, los armenios y los kurdos reclaman prácticamente la misma área geográfica como parte de su patria histórica. De este modo, el destino de la revolución en el Cáucaso, Anatolia y Mesopotamia depende de la naturaleza de las relaciones entre estos cuatro pueblos.
4. El reconocimiento del genocidio, la devolución de los bienes armenios incautados, la apertura de las fronteras entre Turquía y Armenia, el apoyo del Estado turco al pueblo armenio -que está en una situación desesperada desde el colapso la Unión Soviética- son las medidas que constituirán los primeros pasos para el restablecimiento de la confianza y el respeto mutuos.
5. No hay duda de que la burguesía de cada nación, con su perspectiva estrecha fundamentada en el interés nacional, será un obstáculo en el camino de la reconciliación. El establecimiento de una auténtica fraternidad entre estos cuatro pueblos dependerá del trabajo realizado por los socialistas revolucionarios en cada uno de sus países.
6. Dado el estancamiento en que se encuentra la cuestión del reconocimiento del genocidio, la posición y la política del Estado alemán pueden desempeñar un papel clave en el desbloqueo de la situación. Alemania fue la aliada y protectora del Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial. El ejército otomano-turco estaba dirigido por los mariscales, generales y almirantes alemanes. Es absolutamente imposible que el genocidio se cometiera sin el consentimiento, incluso el estímulo, de Alemania. Los archivos del gobierno alemán pueden ser un potencial tesoro de documentos que prueben el hecho de un genocidio premeditado. El Kaiser alemán y el Reich ya eran responsables del genocidio del pueblo Herero -la actual Namibia, entonces conocida como África Occidental Alemana. Los escasos documentos alemanes a disposición de los investigadores ya arrojan luz sobre lo que ocurrió en Turquía durante este período. Hacemos un llamamientoa los socialistas, a los movimientos de la clase obrera y a los demócratas alemanes a presionar para conseguir la apertura completa de los archivos alemanes relacionados con ese período histórico. Los invitamos a presionar al gobierno alemán con el fin de que reconozca y condene el genocidio armenio.
7. La causa del reconocimiento por parte de Turquía del genocidio poco avanza con las presiones mal concebidas e irresponsables de los organismos estatales de algunos países imperialistas, como la teatral declaración del Papa a principios de abril, que prueba una flagrante ausencia de pudor, ya que proviene de la máxima autoridad de una institución implicada hasta el cuello en el Holocausto. Que el jefe de la principal confesión cristiana haya sido el primero en tomar la palabra con motivo del centenario del genocidio solo beneficiará a quienes quieren hacer creer a la mayoría musulmana en Turquía que el asunto del genocidio armenio es una mentira inventada por el cristianismo -o en general por Occidente- para aislar y debilitar a Turquía.
8. En definitiva, todas las contradicciones históricas y los actuales conflictos políticos y militares -como la cuestión de Nagorno Karabaj- entre estos cuatro pueblos solo podrán resolverse en el marco de las futuras federaciones socialistas del Cáucaso y Oriente Medio. Estos pueblos han compartido el mismo territorio geográfico durante un milenio antes del inicio de las bárbaras masacres de la primera mitad del siglo XX. El socialismo del futuro será construido sobre lo mejor que brotó de esa convivencia.
¡Viva la fraternidad de los pueblos armenio, turco y kurdo!
¡Por la Federación Socialista del Cáucaso y la Federación Socialista de Oriente Medio!
¡Viva la revolución mundial!
¡Viva la Cuarta Internacional, el único baluarte del internacionalismo proletario después de la degeneración burocrática del Estado soviético y sus sucesores!
Partido de los Trabajadores Revolucionarios (DIP)
Turquía
20 de abril de 2015