Akdeniz: Dünya devriminin yeni havzası!

The Mediterranean: new basin of world revolution!

البحر الأبيض: الحوض الجديد للثورة العالمية

مدیترانه: حوزه جدید انقلاب جهانی

Il Mediterraneo: nuovo bacino della rivoluzione mondiale!

Μεσόγειος: Νέα λεκάνη της παγκόσμιας επανάστασης!

Derya Sıpî: Deşta nû a şoreşa cihânê

Միջերկրական ծով: նոր ավազանում համաշխարհային հեղափոխության.

El Mediterráneo: Nueva cuenca de la revolución mundial!

La Méditerranée: nouveau bassin la révolution mondiale!

Mediterrâneo: bacia nova da revolução mundial!

¡A la batalla por el socialismo en cuba!

This is an article written by a Cuban comrade before the Covid 19 crisis gripped the world. Since then Cuba has constantly been in the limelight as its actions of solidarity sending doctors and nurses and also material to countries around the world have gained great sympathy. Here we read about a more worrisome aspect of life in Cuba, the debate on the future of socialism on the island. The author of the article takes the side of Che Guevara on questions of the market and planning and calls for a systematic defense of the gains of the revolution. This is the original Spanish version of the article. We hope to have it translated into English presently and post that on RedMed as well.

El 12 de marzo de 2020 irrumpió en el espacio público de la ciudad de Santa Clara una masa de hombres y mujeres llenos de indignación, seguridad y alegría. Era un numeroso grupo de trabajadoras y trabajadores por cuenta propia que exigía sus derechos al gobierno y al partido provinciales, los que intentaban ponerle límites al comercio en beneficio de la sociedad. Todos, o una gran parte, laboraban en el mercado «La candonga» y su indignación provenía del desacuerdo con esos mismos límites gubernamentales, su alegría de la fruición de la rebeldía y su seguridad de las conclusiones del sentido común. Los resultados de tal huelga fueron muy positivos para los manifestantes, que lograron ser escuchados y en gran medida satisfechos por las autoridades.

En largo tramo de la urbe se pudieron escuchar consignas equilibradamente coreadas y no menos interesantes y similares solicitudes individuales que revelaban por qué esa numerosa masa estaba allí, transformando el panorama citadino. Las palabras que aquel objeto social en movimiento profería no eran esta vez «¡Viva Fidel!», «¡Viva el socialismo!» o «¡Patria o muerte!», sino «¡Queremos candonga con cosas importadas!», «¡Queremos comercio!», «¡En todos los países del mundo hay mercado!», «¡Déjennos trabajar!» y «El pueblo, unido, jamás será vencido», la cual sí se mantuvo.  Siempre es bueno que la gente asalte las calles a cualquier hora en defensa de lo que cree, eso no está en discusión, pero... ¿lo que se cree es siempre bueno? ¿Está bien que en todos los países del mundo haya mercado y que la gente quiera comerciar, incluso, trabajar? ¿Cómo ha sido posible el desplazamiento de esta nación del primer grupo de enunciados al segundo? ¿Es tal acontecer un hecho trivial, sin importancia, que los comunistas debamos dejar de lado o encargar a estilistas como Foucault, a los sabios de la economía o a los burócratas, por más dignos y responsables que algunos puedan ser? No dejan de acertar Jesús Pastor García Brigos, Rafael Alhama Belamaric y Daniel Rafuls Pineda cuando escriben: «Estamos ante un cuadro muy complejo. Son indispensables acciones sobre elementos directa e inmediatamente vinculados con la producción material.» (VV.AA., 2018: 357)

Quienes cada día resuelven sus problemas vendiendo y comprando se ven motivados a creer, estimulados por sus resultados, que esa es la mejor manera que el mundo tiene para funcionar, cuando no la única. A esto se suma lo que señala Ernest Mandel: “Los ideólogos de la burguesía tratan de presentar los rasgos más repelentes del capitalismo contemporáneo como resultados eternos e inevitables del «drama humano»” (Mandel, 2014: 171). Uno de esos rasgos ante los cuales el hombre está supuestamente obligado a sucumbir es la escacez, falaz espejismo:

La escacez prevaleciente ha sido organizada, a través de la civilización (aunque de muy diferentes maneras), de tal modo que no ha sido distribuida colectivamente de acuerdo con las necesidades individuales, ni la obtención de bienes ha sido organizada para satisfacer mejor las necesidades que se desarrollan en el individuo. En lugar de esto, la distribución de la escacez, lo mismo que el esfuerzo por superarla (la forma de trabajo), ha sido impuesta sobre los individuos ―primero por la mera violencia, subsecuentemente por una utilización del poder más racional. (Marcuse, 1968: 53)

Son muchos los cubanos de hoy que ponen sus esperanzas en el rendimiento de la propiedad privada y en el mercado. Se hace difícil comprender que propiedad privada y mercado son parte del problema y no la solución. Cuba, bloqueda, necesita riqueza y cómo encontrarla si no es de ese modo. Lo cierto es que un tipo u otro de propiedad o el mercado no es el origen de la riqueza, y menos de la riqueza verdadera. En el trabajo y en la forma de trabajar es donde se debe buscar lo tan necesitado. «Los valores de uso, levita, lienzo, etc., o lo que es lo mismo, las mercancías consideradas como objetos corpóreos, son combina­ciones de dos elementos:la materia, que suministra la naturaleza, y el trabajo», como explica el propio Marx en El capital.

Los Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución para el Período 2016-2021, el Plan Nacional de Desarrollo Económico hasta 2030 y la Constitución de la República de Cuba no orientan la vida nacional en el camino correcto que llevaría a encontrar en el trabajo mismo y su forma la riqueza material y social tan demandada en Cuba, y, como consecuencia de esto, tampoco son la mejor guía en política. En otras palabras, ninguna de esas conceptualizaciones fortalecen el socialismo, por el contrario, lo debilitan porque permiten la reproducción de la producción material capitalista y la reproducción de las ideas que la amparan. Una confirmación de este fenómeno es esa reciente huelga de cuentapropistas villaclareños o la resistencia habitual de los transportistas privados frente al reajuste de los precios impuesto por el Estado.

La solución del dilema económico, social y político de Cuba no depende del éxito económico privado, ni siquiera del estatal, en términos de la estatalidad actual. La clave está en desarrollar una nueva economía centrada en los valores de uso de los productos del trabajo y, como la verdadera riqueza no es material o económica sino humana, en la forma democrático-obrera de organizar la producción y el ejercicio del poder en general, así como en el incremento de la educación, la cultura y el uso de la ciencia.  Las metas que sacan al país de la escacez, el burocratismo, la incultura, el robo, la mediocridad y los resagos del capitalismo están en ese sentido que no es el de la política nacional de hoy normada en los documentos mencionados y constatada día por día.

Se impone desconfiar de las armas melladas del capitalismo para salvar al hombre de sus carencias, como pensaba el Che, y de las fórmulas para la transición socialista que sustentaron la práctica de los estados anticapitalistas de los siglos XX y XXI que no superaron el capitalismo. El valor del Che se nos recuerda en el libro De Petrogrado al socialismo en Cuba: “El destacado pensador marxista Ernest Mandel, uno de los dos participantes extranjeros en las discusiones y el primero en denominarlas «El gran debate», 568 considera que son aún poco conocidas en Occidente, y que «ocupa un lugar particular en la historia del pensamiento marxista, sobre todo en función de las contribuciones del camarada Guevara. La originalidad práctica de la Revolución Cubana precedió ampliamente su aporte original a la teoría marxista contemporánea. Pero Che Guevara ha expresado su aporte original no solo en lo que respecta a la guerra de guerrillas, sino también en el campo de la teoría económica».569” (VV.AA., 2018: 330-331). Como se ve, y en buena hora, el libro reconoce también la fecunda obra de Mandel.

Las ideas económicas del Che Guevara se oponen a los que confían en la aplicación de categorías y relaciones sociales capitalistas en países que aspiran a construir el comunismo con fines de contribuir a dejar atrás el sistema de producción capitalista porque estas solo pueden conducir de nuevo al capitalismo. Carlos Tablada en el artículo «La creatividad en el pensamiento económico del Che» (1991: 85-122) expone de forma sucinta los criterios económicos guevarianos sobre este punto:

1. Negación de la vigencia rectora de la ley del valor en el período de la transición al comunismo.

2. Distinción entre admitir la existencia en el período de transición de una serie de fuerzas, de relaciones capitalistas que obligadamente han subsistido, de las que la ley del valor ―dado su carácter de ley económica, esto es, de expresión de tendencias― pudiera dar explicación; y afirmar la posibilidad de utilizar de forma consciente y preminente en la gestión económica la ley del valor y demás categorías que implica su uso.

3. Rechazo a que la caracterización del período de transición al comunismo, ni aun en sus primeros momentos, tenga que venir dada por la ley del valor y demás categorías mercantiles que su uso requiere.

4. Rechazo a la concepción que no solo preconiza la utilización de la ley del valor y de las relaciones monetario-mercantiles en el período de transición, sino que además afirma la necesidad de desarrollar dichas relaciones, como vehículo para alcanzar la sociedad comunista.

5. Negación de la inevitabilidad del uso “de la categoría mercancía en la relación entre empresas estatales” y consideración de “todos los establecimientos como parte de la única gran empresa que es el estado”.18

6. Necesidad de establecer una política económica tendente a extinguir paulatinamente las relaciones antiguas, entre las que se incluyen el mercado, el dinero (en tanto se distorcionan sus funciones) y, por tanto, la palanca del interés material directo o, por mejor decir, las condiciones que provocan la existencia de estas.

Al respecto Che explica:

Entendemos que durante cierto tiempo se mantengan las categorías del capitalismo y que este término no puede determinarse de antemano, pero las características del período de transición son las de una sociedad que liquida sus viejas ataduras para ingresar rápidamente a la nueva etapa.

La tendencia debe ser, en nuestro concepto, a liquidar lo más vigorosamente posible las categorías antiguas entre las que se incluye el mercado, el dinero y, por tanto, la palanca del interés material o, por mejor decir, las condiciones que provocan la existencia de las mismas. Lo contrario haría suponer que la tarea de la construcción del socialismo en una sociedad atrasada, es algo así como un accidente histórico y que sus dirigentes, para subsanar el error, deben dedicarse a la consolidación de todas las categorías inherentes a la sociedad intermedia, quedando solo la distribución del ingreso de acuerdo al trabajo y la tendencia a liquidar la explotación del hombre por el hombre como fundamentos de la nueva sociedad, lo que luce insuficiente por sí solo como factor del desarrollo del gigantesco cambio de conciencia necesario para poder afrontar el tránsito, cambio que deberá operarse por la acción multifacética de todas las nuevas relaciones, la educación y la moral socialista, con la concepción individualista que el estímulo material directo ejerce sobre la conciencia frenando el desarrollo del hombre como ser social.19

7. Rechazo a la práctica de utilizar indiscriminadamente las categorías capitalistas. Las categorías capitalistas, tales como “la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etcétera”20 en la construcción de la nueva sociedad, toman rápidamente existencia per se, imponiendo a la postre su propia fuerza en las relaciones entre los hombres.

8. Admisión que el libre juego de la ley del valor, en el período de transición al comunismo, implica la posibilidad de restructurar las relaciones sociales en su esencia, al perpetuarse “el cordón umbilical” que une al hombre enajenado con la sociedad y que conduce, cuando más, a la aparición de un sistema híbrido donde el vuelco trascendental de la naturaleza social del hombre y de la sociedad no llegará a producirse.

9. Afirmación de que: “En nuestra posición el comunismo es un fenómeno de conciencia y no solamente un fenómeno de producción; y que no se puede llegar al comunismo por la simple acumulación mecánica de cantidades de productos, puestos a disposición del pueblo. Ahí se llegará a algo, naturalmente, de alguna forma especial de socialismo. A eso que está definido por Marx como comunismo y lo que se aspira en general como comunismo, a eso no se puede llegar si el hombre no es consciente. Es decir, si no tiene una conciencia nueva frente a la sociedad.”21

El camino a seguir no es hacer como los redactores que elidieron del proyecto inicial de Constitución de la República la palabra comunismo, más bien hay que pensar con toda insistencia en cómo cambiar el mundo, en qué es y cómo se lleva a cabo el comunismo. En esta esfera hay muchos difuntos con los que conversar, ejercicio que deleitaba a Quevedo, y también muchos vivientes inconformes. Darío L. Machado Rodríguez observa con toda razón que «la realización del socialismo necesita premisas básicas, condiciones que contengan su posibilidad» (Cabrera, 2017: 156), igualmente cuando escribe: “Cada paso en dirección al socialismo incluye indisolublemente «dejar atrás» algo del capitalismo” (Cabrera, 2017: 159). Quienes cada día resuelven sus problemas vendiendo y comprando (es decir, todos nosotros), pertenecen a una vida inhumana en la que el dinero actúa a sus anchas y condena a ser discurso el centro significativo de una vieja suposición: «Supongamos que el hombre sea hombre y que su relación con el mundo es humana: entonces sólo puedes cambiar amor por amor, confianza por confianza» (Marx, 1960: 145). Por su parte el economista Michael Lebowitz se pregunta por el socialismo y escribe:

Para muchas personas educadas en los textos del siglo XX, las siguientes tesis lo definen: El socialismo implica reemplazar la propiedad privada de los medios de producción por la propiedad estatal. El socialismo es la primera etapa posterior al capitalismo, y le sucede la etapa superior, el comunismo. La condición para el comunismo es el desarrollo de las fuerzas productivas. El principio de distribución según la contribución de cada uno es el apropiado para el socialismo y para el desarrollo de las fuerzas productivas. (2015: 90)

Su respuesta a esta cuestión va más allá de esa serie tesis. El comunismo se consigue paulatinamente a partir de la interacción garantizada por un estado revolucionario entre la propiedad social de los medios de producción, la organización obrera de la producción y el poder desde abajo, y la distribución de los valores de uso según las demandas de la sociedad y las posibilidades de la riqueza creada. Eso no quiere decir que sea recomendable desechar de inmediato y radicalmente el mercado o la jerarquización burocrática de toda sociedad, solo que hay que violentarlos constantemente, usarlos para dar tiempo a que otras relaciones puedan actuar, relaciones que después de 60 años de revolución en Cuba tienen que entrar a jugar un papel mucho más alto. Hay que dar nuevo vigor socialista a la Revolución Cubana y no dinamitar las bases del que le queda con el fomento de la propiedad privada, o hacer una nueva revolución comunista cuya bandera sea roja y cuyo himno sea «La Internacional».

19/3/20

 

Bibliografía

Cabrera Rodríguez, Carlos (coord): Transición al socialismo. Teoría e historia, Editorial UH, La Habana, 2017.

Lebowitz, Michael: La alternative socialista: El verdadero desarrollo humano, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2015.

Mandel, Ernest: La formación del pensamiento económico de Carlos Marx, Ocean Sur, 2014.

Marcuse, Herbert: Eros y civilización, Instituto del Libro, La Habana, 1968.

Marx, Carlos: Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, Editora Austral, Santiago de Chile, 1960.

__________: El capital. Ediciones Venceremos, La Habana, 1965.

Tablada, Carlos: «La creatividad en el pensamiento económico del Che». En Nueva Internacional, No. 2., Pathfinder, EE.UU., 1991.

VV.AA.: De Petrogrado al socialismo en Cuba, Editorial José Martí, La Habana, 2018.