Un fantasma acecha el Medio Oriente y el Norte de África – no el fantasma del comunismo, no todavía, sino de la revolución. Solo en los siete meses de 2018, hemos tenido insurgencias en Irán, Túnez, Jordania, Irán de nuevo y ahora Irak. En todas estas instancias, la cuestión central ha sido la cuestión de clase – de pobreza, de desempleo, de desigualdad, de servicios sociales como la energía eléctrica y agua potable. En ninguno de estos países ha emergido una dirección – todos los levantamientos fueron, de acuerdo a todos los testimonios, espontáneos. Todos estos levantamientos, así como las manifestaciones que no paran, del pueblo de Gaza por el derecho a retorno y contra la ruda decisión de Donald Trump de mudar la embajada de los EEUU para Israel a al Quds/Jerusalem, plantea una severa cuestión: la de la organización, dirección y coordinación de las masas que heroicamente se arrojan en la tormenta de la rebelión y la revuelta, desafiando los regímenes represivos, aunque en grados diferentes, de sus países y del estado sionista.
“Esto no es una protesta, es una revolución”
Los eventos en Irak se han estado sucediendo desde el sábado 8 de julio. Comenzaron en Basra, la ciudad puerto rica en petróleo del sur de Irak. Hubo manifestaciones ampliamente esparcidas. Las masas intentaron asaltar los cuarteles generales del gobernador de la provincia de Basra, donde docenas de manifestantes fueron heridos. En un cierto punto, las masas bloquearon el acceso a Umm Qasr, un puerto cercano clave para la exportación de petróleo. Hubo también ataques a las oficinas de partidos, el Dawa, el partido gobernante del primer ministro Abadi, y el de Badr, un aliado a prueba de tiempo de Irán conducido por el líder chiita Hadi al Amiri. Las manifestaciones recibieron un gran impulso el viernes, cuando un vocero del líder clérigo espiritual chiita el Ayatola Ali al Sistani apoyó las manifestaciones y llamó a las autoridades a prestar oído a las quejas de las masas.
De Basra las manifestaciones se esparcieron al resto del sur de Irak, a ciudades como Amara, Nasiriyah, al Mawala, Maysan, Babil, y las ciudades santas de Karbala y Najaf. La última fue particularmente sacudida, con las masas asaltando el aeropuerto, dañando equipos, incendiando ciertas premisas. Finalmente el domingo 15, el levantamiento alcanzó a la ciudad capital Bagdad.
Una escena emblemática de un vídeo mostrado en Al Jazeera pone luz sobre la naturaleza del levantamiento. Un joven de Najaf dice, “Esto no es una protesta, es una revolución”, agregando “no estamos peleando en nombre de ningún partido político, esta es la juventud y tribus de los pueblos de Irak”. Uno no puede sino recordar el comentario de La Rochefoucauld a Luis XVI sobre el asalto a la Bastilla durante la revolución francesa de 1789. Cuando el rey dijo, “Pero esta es una revuelta”, el consejero amablemente pero con firmeza respondió, “No, señor, ¡es una revolución!” El joven de Najaf, una víctima de la pobreza abyecta de las masas en este país rico en petróleo, obviamente inconsciente del diálogo entre el rey y el presidente de los Estados Generales de Francia allá lejos en la historia, casi repite línea por línea la misma refutación al jet set internacional de expertos de los medios liberales, quienes han estado menospreciando todos los modos de levantamientos de masas desde la revolución árabe de 2011 por todo el mundo como “protestas” y los actores como “protestantes”! “Non, sire, c’était bel et bien une révolution et cette révolution-là n’est évidemment pas morte!” (“No, señor, ¡fue realmente una revolución y esta revolución evidentemente no está muerta!”)
Vacío Político
Las demandas de las masas iraquíes suenan alto y claro: agua limpia, saneamiento, electricidad ininterrumpida, un fin al desempleo y la pobreza. La insurgencia comenzó en la región casi exclusivamente chiita del país. Los chiitas han dominado la política iraquí desde la guerra y ocupación de Irak por el imperialismo en 2003, en contraposición con la época de Saddam cuando la minoría sunita estaba en el poder, [pero] esto no puede ser simplemente una cuestión de agravios sectarios. Tampoco puede ser consecuencia de la tensión étnica entre árabes y kurdos. Esta es una revuelta de clase en su forma más pura.
Irak está atravesando una fase especial hablando políticamente. Las elecciones fueron en mayo, sin ganadores decisivos. Tan fragmentados están los partidos de la clase dominante que incluso la favorita coalición Sairoon recibió apenas 54 asientos sobre 329 disponibles. Es obvio que si el partido que sale primero tiene tan poca pluralidad; tomaría años formar una coalición gobernante viable. No sorprende que las charlas para una coalición sigan por siempre. Es más, la participación [electoral] se mantuvo en el 45 por ciento, lo que parece ser resultado del hecho de que todo el sistema es ilegítimo a los ojos de muchos por la simple razón que es una creación de los imperialistas. Para sumar insulto a la herida, hubo una amplia percepción de fraude electoral. Se decidió que habría recuento de votos en ciertas regiones para decidir si se justificaba un recuento total. Sin embargo, como el recuento continuaba, hubo dos incendios consecutivos en edificios donde se había almacenado una cantidad considerable de las boletas, con daños masivos a la documentación. Así que ahora no es obvio en absoluto cómo se puede hacer el recuento total, ¡incluso si se decidiera que debería haber uno!
La favorita coalición Sairoon consiste en fuerzas variopintas junto a Moqtada al Sadr, un clérigo chiita; [y] el alguna vez poderoso Partido Comunista y ciertas fuerzas seculares. Al Sadr estuvo al frente de la resistencia a los ejércitos de EEUU y británicos de ocupación en 2004 y de nuevo en 2007, pero también es crítico de la influencia de Irán en Irak a pesar de ser él mismo chiita. Sobre la base de este registro, tal vez puede ser considerada la fuerza política chiita más progresista en la política iraquí y su victoria una cachetada al imperialismo de EEUU. Sin embargo, su contacto con la dirección saudita crea suspicacias con respecto a sus credenciales. Al Sadr fue el líder detrás de las multitudes que sitiaron el parlamento por todo un periodo, un par de años atrás, demandando una limpieza respecto de la profunda corrupción entre la elite política. La victoria puede parcialmente deberse a esa acción, que es una fuente principal de queja de las masas.
La coalición Sairoon es traccionada por la coalición Al Fatah, formada alrededor de los Corps de Badr de Hadi al Amiri, el aliado más cercano a Irán en Irak, como ya se señaló. Esta es la fuerza que organizó las muy controversiales Unidades de Movilización Popular que fueron un poderoso elemento en la derrota de ISIS o ISIL (Estado Islámico de Irak y el Levante). La coalición de al Nasr alrededor del Primer Ministro al Abadi y su partido Dawa salieron terceros, a pesar del hecho que Irak acaba de salir victorioso de la guerra contra ISIL. Hubo un empate por el cuarto puesto entre el Estado de Ley del ex primer ministro Nuri al Maliki y el Partido Democrático del Kurdistán de Massoud Barzani.
Una palabra sobre esto último viene a cuento. Mossoud Barzani ha sido un colaborador del imperialismo de EEUU en esta guerra y ocupación de Irak, nominalmente en nombre de la emancipación del pueblo kurdo, un pueblo que ha pasado por una verdadera opresión y, a veces, salvaje represión de manos de los cuatro estados de la región, Irak, Irán, Turquía y Siria, entre los cuales la patria de los kurdos fue dividida luego de la Primer Guerra Mundial. En ayuda y complicidad con los crímenes de los EEUU en Irak, Barzani (y su aliado cercano Talabani) pretendieron que estaban trabajando por la liberación kurda. Esa estrategia de basar la perspectiva de la emancipación sobre la subordinación servil a los EEUU y, después, a la Turquía de Erdogan, sin embargo, colapsó con la derrota del intento de referéndum para la independencia kurda en octubre de 2017. Abandonado por todos sus protectores, Barzani no solo fracasó en su intento de independencia, sino que perdió Kirkuk, una región en disputa, a favor del gobierno central de Irak.
¡Organizar una dirección política para las masas!
Dado este virtual punto muerto de liderazgo político de las clases dominantes y las fuerzas del pueblo kurdo de Irak, debería ser obvio que existe un amplio espacio político para formar un partido para la clase obrera y los pobres entre las divisiones sectarias y étnicas. Para ojos no iniciados, el Partido Comunista de Irak (PCI), los aliados de al Sadr en las últimas elecciones, parece un candidato a llenar el espacio. Este partido, sin embargo, es una dirección en bancarrota que ha jugado un rol oculto en desarrollos recientes en Irak. Un solo hecho sería suficiente para aclarar lo que queremos decir: ¡el PCI inequívocamente apoyó la invasión imperialista de EEUU! La verdad, el PCI ha sido casi siempre un partido estalinista desde su nacimiento en 1934, un partido que después, luego de la revolución burguesa de 1958 dirigida por el Baath, lealmente fue furgón de cola de la dirección burguesa, solo para ser diezmado, después de 1968, por esa misma dirección cuando el Baath se volvió contra sus aliados comunistas y, un poco después, contra los kurdos. Pero la capitulación ante el imperialismo es en todo diferente del seguidismo servil a la dirección degenerada burocráticamente de la Unión Soviética, que basó su política para el Medio Oriente en la cooperación y defensa de las dictaduras burguesas militares de Egipto, Irak, y Siria.
Hay otros grupos comunistas más pequeños en Irak y entre la minoría kurda. Sin embargo, los más importantes entre estos se confinan a un trabajo político de tipo puramente “obrerista”, en otras palabras una autolimitación economicista, y una ideología secularista tipo iluminista. Algunos han rechazado pelear contra las fuerzas de ocupación del imperialismo en nombre de “organizar los obreros” mientras el país peleaba por sobrevivir frente a la agresión imperialista.
La tarea de hoy es construir un movimiento y un partido que se base firmemente dentro de la lucha de la clase obrera y los pobres, pero que también participe en la pelea contra el imperialismo y las divisiones sectarias y étnicas que se han sembrado dentro de la población iraquí. El levantamiento presente ha demostrado que incluso el estrato más pobre de los chiitas, que como grupo era reprimido bajo Saddam pero ascendió a la predominancia en el nuevo régimen, no está contento con el presente estado de cosas. Los marxistas, comunistas, socialistas iraquíes como se llamen ahora, deben atender este descontento que viene de las semillas de la unidad entre las masas laboriosas de la población.
Llamamos en particular a los comunistas genuinos que actúan por convicción en las bases y entre la juventud del PCI. Los llamamos a abandonar la política en bancarrota de este partido y reconstruir el autentico comunismo en Irak en las huellas de Marx, Engels y Lenin. Les aseguramos que los orígenes bolcheviques del comunismo viven en las bases de esas fuerzas que, en la tradición de León Trotsky, han continuado la línea internacionalista y revolucionaria de la Internacional Comunista, abolida en 1943 por la burocracia estalinista soviética.
Nos dirigimos al Partido Comunista de Irak y sus ramificaciones y otros grupos con una orientación revolucionaria. Los llamamos a virar a la política leninista de marchar con y dirigir las masas en cada pelea importante que sean forzadas a librar y no solo en su lucha económica. Además los llamamos a abandonar su fijación en el secularismo burgués del tipo iluminista y adoptar el secularismo proletario que está basado en la unificación de las masas por sobre la religión y las sectas contra el orden capitalista.
Nos dirigimos a los pobres y la juventud de Irak así como a sus vecinos de Turquía, cualquier haya sido su orientación política hasta ahora. Los llamamos a organizarse para así hacer que el poderoso movimiento de masas iraquíes por la justicia social y la emancipación continúe y sobreviva, aún si en esta etapa las cosas se calmasen por el momento. Les pedimos que se organicen en consejos y comités y democráticamente dirigir la lucha, pero también deseamos recordarles que sólo un partido revolucionario del pueblo trabajador puede plantarse contra las crueles injusticias creadas por el capitalismo y el imperialismo.
Pelearemos con ustedes como peleamos contra la injusticia social y el despotismo en nuestro país. De hecho, lo que necesitamos es la cooperación internacional y la sincronización de nuestros esfuerzos en la escala de la región MENA (Mediterráneo y norte de áfrica) y más allá en todo el globo. Lo que necesitamos en última instancia es un partido mundial, una internacional revolucionaria.
Siete en siete
Estuvimos señalando por varios meses a esta parte que cada mes que pasa en 2018 trae consigo, en nuestra región más amplia, un nuevo levantamiento popular. Si lanzamos nuestra red más ampliamente, es decir miramos a toda la región de Europa Central y Oriental, los Balcanes, el Cáucaso, y el MENA, entonces podemos contar siete revueltas populares en la misma cantidad de meses: además de Irán, Túnez, Jordania, e Irak en la región MENA, podemos observar que las rebeliones populares o gigantes demostraciones de masas que duraron días o semanas hicieron erupción en Eslovaquia, Rumania y Armenia también.
Luego del suspenso de varios años en el despertar de la derrota de la revolución egipcia a manos de la dictadura bonapartista de al Sisi, el viejo topo de Marx parece haber estado cavando nuevamente. Se hunde aquí y resurge allí, solo para hacer más tambaleante el orden mundial capitalista y así en un futuro no tan distante podremos tirar abajo todo el edificio en un trueno ensordecedor.
Sungur Savran es el presidente del Partido Revolucionario de los Trabajadores (DIP), de Turquía.