Akdeniz: Dünya devriminin yeni havzası!

The Mediterranean: new basin of world revolution!

البحر الأبيض: الحوض الجديد للثورة العالمية

مدیترانه: حوزه جدید انقلاب جهانی

Il Mediterraneo: nuovo bacino della rivoluzione mondiale!

Μεσόγειος: Νέα λεκάνη της παγκόσμιας επανάστασης!

Derya Sıpî: Deşta nû a şoreşa cihânê

Միջերկրական ծով: նոր ավազանում համաշխարհային հեղափոխության.

El Mediterráneo: Nueva cuenca de la revolución mundial!

La Méditerranée: nouveau bassin la révolution mondiale!

Mediterrâneo: bacia nova da revolução mundial!

La Era del Egoísmo

 

 

 

This article was originally written in Turkish and published in the special issue No. 50 of Devrimci Marksizm, the Turkish-language journal of theory and politics published by DIP (Revolutionary Workers Party) of Turkey in a special dossier dedicated to the critique of postmodernism. It was then translated by the author himself into English and published in the English-language annual selection of the same journal, Revolutionary Marxism 2022. This Spanish translation was done by our Venezuelan comrade José Capitán on the basis of the English version. All three versions are now being made available to the readers of RedMed.

 

Introducción: 50 años de soledad1

 

En el último medio siglo el universo intelectual de la izquierda internacional ha experimentado un tremendo proceso de cambio. En lugar del dominio progresivamente creciente del marxismo sobre la izquierda e incluso sobre la vida intelectual en general por más de un período de 120 años, es decir de 1848 a 1968, si tomamos la publicación del Manifiesto Comunista como nuestro punto de partida, el posmodernismo ahora ha estado al frente del escenario, con su idioma peculiar, su confusión de ideas inconexas, su inconfundible tipo de narrativa y su estilo idiosincrático en las artes, la literatura, el cine y la arquitectura.

La vida intelectual del movimiento de izquierda en cada país estuvo sujeta al asalto del posmodernismo en un momento diferente y a través de una trayectoria diferente. Francia experimentó esta ola siguiendo los pasos de 1968. El público en general de otros países europeos y de los Estados Unidos tuvo que esperar hasta la década de 1980 para probar la nueva lengua franca del universo del pensamiento de izquierda. En cuanto a los países subordinados al imperialismo, incluido nuestro propio país, Turquía, se introdujeron por primera vez

 

1 Este artículo se escribió originalmente en turco para el número especial 50 de nuestra revista en idioma turco, Devrimci Marksizm, y se centra en la confrontación entre el marxismo y el posmodernismo. Ha sido traducido al inglés por el propio autor y pues en castellán por nuestro compañero José Capitán de Venezuela. Aparte de la omisión de detalles que no serían de interés para una audiencia internacional, solo se han realizado cambios estilísticos en el texto. En cuanto a las notas al pie, omitimos muchas de ellas, especialmente aquellas que hacían comentarios secundarios y aquellas que se referían a fuentes en idioma turco, por economía de tiempo. Quisiéramos agradecer desde el principio a los miembros del Consejo Editorial de Revolutionary Marxism por haber hecho comentarios muy útiles sobre un primer borrador de este artículo. Creemos que gracias a ellos hemos mejorado considerablemente algunas de las secciones de este artículo.

 

al liberalismo de izquierda en la década de 1980, el posmodernismo siguió su ejemplo un poco más tarde. El impacto fue estremecedor. En todos los países donde hizo su aparición el posmodernismo, se puede decir que el marxismo sobrevivió en una dosis que puede corresponder a un aperitivo tomado en un cóctel e incluso eso fue un cuasi-marxismo que lució con orgullo la insignia del antileninismo como seña de identidad. Pero el marxismo revolucionario se volvió completamente marginal en el mundo de la intelectualidad. El marxismo vadea el mundo intelectual en profunda soledad desde hace décadas. En Turquía esto se sintió por primera vez después del golpe militar de 1980. Sin embargo, mientras nosotros y los socialistas/comunistas de otros países todavía hablábamos en el idioma del marxismo que correspondía a las furiosas luchas de clases de la década de 1970, la jerga del posmodernismo ya había tomado el relevo en Francia y, algo más tarde, en otros lugares. Por eso la soledad suma medio siglo.

El propósito de este artículo no es brindar una crítica teórico/filosófica del posmodernismo y las escuelas de pensamiento que, de una forma u otra, están afiliadas a él, como el liberalismo de izquierda, el posmarxismo, el posfordismo, el globalismo y el otros. Nuestro objetivo aquí es tratar de entender cómo sucedió que el posmodernismo y compañía hayan reemplazado al marxismo como el modo de pensamiento dominante en el mundo de la intelectualidad de izquierda. Nada de lo que sucede en el mundo de las ideas es producto exclusivo de ese mundo mismo. Cada corriente de pensamiento, literatura o arte, cada teoría, cada escuela filosófica es una respuesta a desarrollos prácticos en el mundo material. No sólo una respuesta, de hecho, sino también un producto de esos desarrollos captados a través del filtro ideológico de ciertas clases, estratos, grupos, corrientes políticas, etc. dominio sobre la vida intelectual de la izquierda al genio de los principales representantes de este pensamiento (Michel Foucault, Jacques Derrida, Gilles Deleuze y Félix Guattari, Jean-François Lyotard, Jean Baudrillard, Gayatri Spivak, Judith Butler, Richard Rorty, Antonio Negri , Michael Hardt, Ernesto Laclau, Chantal Mouffe, Julia Kristeva, Luce Irigaray entre muchos otros). Algunos de estos, por ejemplo, Foucault, Deleuze, Negri o Laclau, pueden considerarse pensadores verdaderamente profundos, incluso si están completamente equivocados en su punto de vista. Algunos, por el contrario, son simples charlatanes. Sería un elogio inmerecido para personas como Baudrillard o Lyotard o sus co-pensadores menores en otros países y un desdén injustificado por la inteligencia de la humanidad en general afirmar que estos pensadores son la verdadera fuerza impulsora detrás de los espasmos intelectuales, convulsiones y dolores experimentados por la intelectualidad internacional en el último medio siglo. Solo deben ser tratados como síntomas. Los factores históricos reales que han lanzado incluso a estos charlatanes al frente del escenario deben buscarse en los desarrollos prácticos en el mundo material.2

Nuestra caracterización de algunos posmodernistas como “charlatanes”, un término que se ha especializado en la historia de la ciencia y las ideas, precisamente para las personas que deliberadamente tratan de beneficiarse de cuestiones confusas con el fin de ganar una audiencia y volverse famosos, puede inquietar a algunos de nuestros amigos que han sido influenciados en cierta medida por el posmodernismo. Nos gustaría mencionar un pequeño episodio en este contexto. Louis Althusser, quien fue admirador del psicoanalista Jacques Lacan durante décadas, lo atacó y lo llamó un “payaso magnífico” al final de su vida. Véase Taner Timur, Marksizm, İnsan ve Toplum. Balibar, Sève, Althusser, Bourdieu, Estambul: Yordam, 2015, s. 162.

Lo que vamos a investigar en este artículo son los  desarrollos socioeconómicos y políticos que yacen detrás de este enorme derrumbe. Mientras trataba de explicar el trasfondo del temblor que ha sacudido al mundo de la intelectualidad de izquierda, tiene que responder a muchas preguntas diferentes. Sería útil mencionar algunos de estos desde el principio para que no perdamos nuestro camino cuando nos enfrentamos a una pregunta tan laberíntica.

En el curso de la discusión del fenómeno del posmodernismo, el presente artículo intentará responder las siguientes preguntas: (1) ¿Qué dicen y representan los portavoces del posmodernismo y las escuelas de pensamiento afiliadas, no desde el punto de vista de los argumentos filosóficos, sino el de su enfoque concreto de los problemas del mundo en que vivimos? (2) ¿Qué caminos ha seguido la difusión y popularización de estas ideas y por qué etapas han pasado estos procesos? (3) ¿Por qué ocurrió este desarrollo después de 1968, aparentemente un período de ascendencia revolucionaria trascendental? (4) ¿Por qué estas ideas no quedaron propias de ese período específico, sino que, por el contrario, caracterizaron todo un período histórico, todo un medio siglo hasta ahora? (5) ¿Qué tipo de desarrollos políticos acompañaron este temblor en la esfera de las ideas? En el extremo opuesto de los efectos de la vida política sobre las tendencias ideológicas, ¿cómo afectó este giro radical de la ideología a la vida política misma?

Finalmente, nos gustaría subrayar desde el principio con sumo cuidado el siguiente punto: la mayoría de nuestros lectores son conscientes de que el pensamiento posmoderno se encuentra en una relación de uno a uno con las llamadas políticas de identidad. Detrás de corrientes como el multiculturalismo, el feminismo, LGBTQI+ se esconden pensamientos posmodernos y afines, y los primeros se nutren intelectualmente de los segundos. La crítica que formularemos a continuación a las políticas de identidad no implica en modo alguno una negativa a admitir la naturaleza crucial de las cuestiones sociales y políticas que forman el trasfondo material de éstas (la opresión de las naciones y las minorías religiosas, las múltiples formas de desigualdad y humillación creadas en la época imperialista, en particular por el colonialismo, formas que aún acechan incluso a las que hoy son entidades formalmente independientes, la opresión de la mujer, la multiplicidad de formas en que aquellos cuya orientación sexual se aparta de las normas heterosexuales, etc.). La tradición marxista revolucionaria de la que venimos ha sido en general cuidadosa al tratar con tal opresión, aunque no siempre con la misma coherencia en todas las cuestiones. El mundo no ha tenido que esperar al posmodernismo para librar una lucha en torno a al menos algunas de estas cuestiones (siendo las instancias más importantes la lucha por la autodeterminación de las naciones y la emancipación de la mujer). Nuestra diferencia con respecto a estas formas de opresión y la lucha para eliminarlas radica solo en el método a utilizar.

 

Posmodernismo: el opio de los intelectuales

 

Raymod Aron, quizás el decano del pensamiento liberal burgués en la vida intelectual de Francia del siglo XX, publicó un libro muy discutido en 1955 sobre la influencia del marxismo en la intelectualidad francesa, titulado L'opium des intellectuels, “el opio de los intelectuales”. Un título sin duda concebido inteligentemente, volviendo el famoso dicho de Marx “la religión es el opio del pueblo” contra el marxismo mismo. Sin embargo, ahora ha quedado claro, aunque Aron no vivió para verlo, que el opio de los intelectuales no es el Marxismo sino el posmodernismo, especialmente en Francia, donde nació, pero también en todo el mundo. Con su lenguaje que hace de la vida un enigma incomprensible, oscurantista hasta la médula, el posmodernismo es verdaderamente un obstáculo en el camino del intelectual en su esfuerzo por comprender la sociedad o incluso el universo entero. También actúa como una gruesa cortina que obstaculiza la luz que el marxismo arroja sobre el mundo. Quizás el último gran representante de las lumières en su país de origen, Francia, Aron, pensamos, simplemente concedería este punto, a pesar de sus prejuicios burgueses contra el marxismo, fácilmente comprensibles en un período muy histérico de la Guerra Fría.

Como dijimos en la sección introductoria, no vamos a emprender una crítica teórica del posmodernismo y otras corrientes afines a él. Nuestro objetivo es otro: es explicar el éxito que ha tenido esta escuela de pensamiento a través del análisis materialista histórico. Pero para que esta explicación sea más fácilmente comprensible, necesitamos retomar brevemente las características fundamentales de esta escuela de manera crítica. No podemos esperar que todos nuestros lectores estén cómodamente familiarizados con estos rasgos; además, no todo lo que abordaremos aquí es tratado de manera tan cruda en obras que se esfuerzan por presentar críticamente el pensamiento posmodernista. Lo que queremos hacer es, en cierto modo, presentar al lector la superficie exterior de la posmodernidad, la forma en que interviene en el mundo material, la forma en que funciona como el “opio de los intelectuales”.

Presentemos entonces de forma resumida las principales características de la escuela desde este punto de vista:

  • El posmodernismo es una cruzada contra la razón y la ciencia. El relativismo de Nietzsche, una de las principales fuentes de inspiración del posmodernismo, que a su vez brota de su extremo escepticismo,3 conduce a una aguda crítica de lo que los propios posmodernistas denominan la “razón instrumentalista” de la Ilustración y del establishment científico, que lleva su marca.4
  •  Como consecuencia y facilitador de esto, el posmodernismo escribe y habla en un idioma extremadamente enrevesado e incluso incomprensible para los mortales que no son sus adeptos. Los aforismos, los juegos de palabras, la vivisección y el trasplante de conceptos, y otras artimañas literarias son legión, especialmente en Jacques Lacan5, psicoanalista que es una de las fuentes de inspiración de la escuela, pero desde Derrida hasta Baudrillard y Lyotard “juegos de lenguaje” son un elemento básico del universo intelectual de la posmodernidad.

Esto es lo que se llama “perspectivismo” en la filosofía nietzscheana. Nietzsche sostuvo que sería un error suponer la existencia de una verdad objetiva y que las ideas deberían evaluarse tomando en consideración las diversas circunstancias y la posición de quienes las emiten como elemento fundamental principio filosófico.

Dos físicos, Alan Sokal, estadounidense, y Jean Bricmont, belga, presentaron un artículo que estaba lleno de formulaciones sin sentido y lo hizo admitir y publicar con éxito en una revista posmoderna bien establecida, Social Text, y luego publicitó todo este episodio en forma de libro. Vea sus “tonterías de moda”. Fashionable Nonsense. Postmodern Intellectuals’ Abuse of Science, Pittsburgh: Picador, 1999.

Las ideas más importantes de Lacan se expresan a menudo en términos de juegos de palabras. Ellas son realmente incluso imposibles de hacer inteligible para aquellos que no hablan francés porque son variaciones creadas cortando palabras a la mitad y agregándolas a otras. Elizabeth Roudinesco, escribiendo con simpatía por la obra de Lacan, lo admite. Elizabeth Roudinesco, Her Şeye ve Herkese Karşı Lacan, traducido [al turco] por Nami Başer, Estambul: Metis, 2012, p 21.

 

Sokal y Bricmont, dos críticos del posmodernismo dicen, “si te suenan incomprensibles, es por la buena razón de que no tiene sentido lo que están diciendo”6. (1990) A los que se quejan de que el lenguaje que usa en Gender Trouble (Problema de género) (1990), el libro en el que plantea los fundamentos de la “teoría queer”, probablemente su obra intelectual más original, Judith Butler no tiene reparos en replicar que hablan así porque no son conscientes de la gravedad de las experiencias vividas por los queers.7 Quizá sea para señalar que el trabajo intelectual se realiza precisamente para iluminar a los no iniciados y transmitir los conocimientos necesarios para que otros puedan comprender lo que antes no han tenido la oportunidad de aprender. Además, no estaría fuera de lugar señalar que la respuesta de Butler crea la impresión de que ella cree que solo los queer están ferozmente oprimidos en este mundo, lo que es una confirmación directa del título dado a este artículo ("La era del egoísmo")

  • Aunque el posmodernismo, como corriente de pensamiento nacida a raíz de 1968, habla de revolución con bastante frecuencia en las etapas iniciales de su desarrollo, el concepto de revolución se convierte de hecho en una imposibilidad. Tanto Foucault como la pareja Deleuze-Guattari sostienen que esperar la emancipación total es en sí mismo una especie de capitulación ante el sistema y exigir poder en la fase posrevolucionaria termina por destruir la revolución.8 En las generaciones posteriores de pensadores posmodernos, el concepto mismo de revolución sufre erosión para evaporarse gradualmente por completo.
  •  El posmodernismo implica una posición en contra de tomar la sociedad como una totalidad y tratar de cambiarla de manera total. Rechaza por completo sistemas de pensamiento como la Ilustración, el hegelianismo y, por supuesto, el marxismo, a todos los cuales designa como “grandes narrativas” o “meta narrativas”. Para los pensadores posmodernos, la “diferencia” es el concepto clave. La sociedad siempre se toma desde el punto de vista de los grupos que se encuentran en una posición específica. Mientras que en la década de 1970 el centro de atención eran los grupos marginados como pacientes psiquiátricos, presos, estudiantes de secundaria bajo represión, etc., la corriente se volvió a partir de la década de 1980 hacia los movimientos de mujeres, LGBTQI+, grupos étnicos y nacionalistas bajo la denominación de “Nuevos Movimientos Sociales”.
  • El posmodernismo es resueltamente hostil al marxismo y al comunismo. Al principio, esto tomó la forma insidiosa de una guerra de desgaste, ya que el marxismo gozaba de gran prestigio gracias a la ola revolucionaria que existía no solo en Francia sino en todo el mundo. Sin embargo, la bandera de la

 

Citado por François Cusset, Teoría francesa. Foucault, Derrida, Deleuze et Cie. et les mutations de la vie intellectuelle aux Etats-Unis, París:La Découverte, 2005, s.13. Nuestra traducción del Francés.

Judith Butler, Problemas de género. Feminism and the Subversion of Identity, Nueva York/Londres: Routledge, segunda edición, 1999, “Prefacio”, pág. 20-22.

8 Aspettando la rivoluzione, Milano: Res Gestae, 2015, sección que contiene una entrevista con Michel Foucault, pág. 34-35; Op. cit. y sección con entrevista a Gilles Deleuze y Félix Guattari, p. 121; Ian Buchanan, Deleuze and Guattari’s Anti-Oedipus, Londres/Nueva York: Continuum, 2008, p. 21.

 

oposición al marxismo se planteó inequívocamente en la segunda mitad de la década de 1970. (La forma   en que se produjo este cambio y la dinámica detrás de tales desarrollos se abordarán en la sección 6 debajo).

  • Al menos al principio, el posmodernismo se centró en las relaciones de “micro poder” en las diferentes instituciones de la sociedad (el manicomio, la prisión, la clínica, la escuela, la fábrica, etc.) La obra de Foucault es la fuente decisiva del enfoque posmoderno en esta área. En nuestra opinión, este enfoque de Foucault fue concebido como una estrategia de lucha contra el énfasis que el marxismo pone en la conquista del poder estatal por el proletariado. En otras palabras, Foucault y otros están luchando contra la influencia de El estado y la revolución. (Volveremos a este punto más adelante en el contexto relevante.)
  • La teoría posmoderna se nutre sustancialmente del psicoanálisis y en particular de la interpretación de Jacques Lacan de la teoría freudiana. También existe un enfoque alternativo, el de Deleuze y Guattari. Su Capitalismo y Esquizofrenia en dos volúmenes desarrolla un método alternativo al de Freud que intenta explicar el capitalismo a través del "esquizoanálisis". En este contexto, bajo la influencia de la obra de Deleuze y Guattari, conceptos como “deseo”, “placer”, “libido” y “sublimación” juegan un papel importante en el discurso posmoderno. Esto redunda en el protagonismo del mundo del individuo en el estudio y comprensión de lo social. Además de las obras controvertidas pero serias en las que se utiliza este método, este ha sido fuente de abusos en el caso de 

figuras payasadas como Lyotard, que hace un chiste nada sutil sobre Marx en la forma de "¿qué hizo con la mano izquierda mientras escribía El Capital?”9

  • Como es bien sabido, la serie de rasgos de los que venimos hablando suelen fundamentarse, al menos para los posmodernistas de línea dura, en una proposición en el sentido de que se ha abierto una nueva etapa de la historia denominada era “posmoderna”. Las características sociales y culturales de la “posmodernidad”, a su vez, se atribuyen a ciertas novedades económicas que se pueden observar en el capitalismo. En otras palabras, el posmodernismo se entiende realmente como la expresión social y cultural de lo que las teorías alternativas han caracterizado como la transición a la "posmodernidad" o "sociedad posindustrial" o "flexibilización" o el paso a una etapa "posfordista". y de la “globalización”. Volveremos sobre esto brevemente en la sección final.
  • En resumen, como se puede ver por lo dicho, todas las conquistas que el marxismo había ido acumulando como guía para cambiar el mundo durante los 120 años hasta 1968 han estado bajo los golpes del posmodernismo y sus afiliados durante el último medio siglo. Lo que estamos pasando debe, sin duda alguna, caracterizarse como una contrarrevolución ideológica. 

2. La trayectoria del posmodernismo

 Si vamos a profundizar en esta contrarrevolución ideológica no sólo en sus ramificaciones teóricas o, más ampliamente, en términos de su manifestación en las artes, la literatura,

Jules Ferry/Alain Renaut, La pensée 68. Essai sur l’anti-humanisme contemporain, París: Gallimard, 1988, p. 57-58. Nuestra traducción del original francés.

 la arquitectura, la academia, etc., sino también desde el punto de vista de su dinámica socioeconómica y política material, rastrear la trayectoria concreta temprana a través de la cual se extendió por el mundo, nos dará pistas importantes.

La escuela de pensamiento estructuralista que marcó el período posterior a la Segunda Guerra Mundial parece ser el punto correcto para comenzar la historia. La fuente del estructuralismo es el Cours de linguistique générale de Ferdinand de Saussure, a quien se debe considerar un pensador del siglo XIX. El libro fue preparado sobre la base de las notas del curso compiladas por dos estudiantes de Saussure en 1916 y aunque llamó la atención en la primera mitad del siglo XX, dejó su huella en la filosofía y otras disciplinas de las ciencias sociales (antropología, sociología, psicoanálisis, etc.) recién después de la Segunda Guerra Mundial.10 Saussure hace una distinción entre lengua y habla, subraya el carácter social de lenguaje y señala que la relación entre los significantes y el significado es completamente arbitraria. Para poner este último punto de otra manera, no hay una conexión necesaria entre una palabra y el objeto o el concepto que esa palabra significa.

En este análisis del lenguaje, la estructura lo es todo. Por el contrario, no hay sujeto, no hay agencia activa. El éxito que disfrutó este enfoque en la lingüística resultó en la difusión del enfoque basado en el “proceso sin sujeto” a otros campos científicos de investigación. En antropología se construyó toda una escuela de pensamiento en torno a la obra de Claude Lévi-Strauss en diferentes áreas como las relaciones de parentesco y los mitos. Georges Dumézil, mentor de Foucault, fue una figura destacada de esta escuela. En psicoanálisis, Lacan con su especial interpretación del pensamiento de Freud y, en la filosofía marxista, Althusser con su concepción de la historia como “un proceso sin sujeto” fueron otras figuras importantes. Aunque todos eran franceses, todos tuvieron repercusión mundial con su peculiar forma de pensar.

Entonces, fue el estructuralismo lo que marcó las décadas de 1950 y 1960. Sin embargo, a partir de la década de 1960 surgieron varios pensadores considerados posestructuralistas, en primer lugar Foucault, Derrida y la pareja Deleuze y Guattari. A diferencia de los estructuralistas, que trabajaron dentro del marco general de la Ilustración (y del marxismo en el caso de Althusser y sus co-pensadores), los recién llegados tomaron otro camino bajo la influencia de Friedrich Nietzsche (a veces visto como una fuente de inspiración para el nazismo) y Martin Heidegger (quien estuvo prácticamente involucrado en las actividades nazis). Sin embargo, a pesar de esta radical diferencia, se les llamó posestructuralistas porque compartían la predilección de los estructuralistas por los procesos sin sujetos. En nuestra opinión, el aspecto decisivo de que la nueva escuela sea una revuelta contra la Ilustración, un rechazo de la totalidad y la dialéctica, y su antimarxismo, caracterizarlos como una continuación del estructuralismo es, para tomar solo un ejemplo, una injusticia hecha a Althusser (aunque somos de la opinión de que el marxismo de este último está completamente equivocado).

Este fue el amanecer del posmodernismo. Vemos, entonces, que el posmodernismo nació en Francia en la década de 1960. Una de las tesis básicas de este artículo es que el posmodernismo es producto de la naturaleza contradictoria del 1968 francés. Este punto se tratará en detalle en la siguiente sección. 

10 El Cours se tradujo al inglés por primera vez en 1959, es decir, 43 años después salió en francés. Esta es una indicación de que el impacto de Saussure realmente despegó en la segunda mitad del siglo 20.

 El posmodernismo dejó su huella en la vida intelectual francesa a lo largo de la década de 1970, sobre todo en la forma de las obras de los autores llamados posestructuralistas. En las memorables palabras de Perry Anderson, quien ha ofrecido la crítica marxista más completa del posmodernismo, “París hoy [en 1983-ss] es la capital de la reacción intelectual europea”.11 Que el impacto de esta escuela en la vida intelectual de otros países en el mismo período no debe ser descuidado lo atestigua el flujo de libros y artículos escritos en el mundo anglosajón que critican y refutan el posmodernismo.12

Sin embargo, el verdadero salto hacia la internacionalización del impacto del posmodernismo se produjo en la década de 1980, cuando todos los pensadores favoritos de esta escuela fueron recibidos con gran atención, incluso fanfarria, en los Estados Unidos y la mayor parte de su obra se tradujo rápidamente al inglés. El primer paso adelante se dio muy pronto, en 1966, en un coloquio sobre posestructuralismo en una de las principales universidades de Estados Unidos, la Johns Hopkins de Baltimore, al que fueron invitadas muchas de las “celebridades” francesas. Esto fue seguido por el establecimiento de puntos de visita para estos pensadores franceses no solo en Johns Hopkins sino también en Cornell y Yale, seguido por una tendencia general en las universidades estadounidenses a mostrar un mayor interés por esta escuela de pensamiento. Con el tiempo, cada universidad instituyó un departamento de “Estudios Culturales” y más tarde estos departamentos se convirtieron en el caldo de cultivo para nuevos departamentos, primero de “Estudios de la Mujer” y luego de “Estudios de Género”, y eventualmente departamentos que se enfocaron en estudios raciales y étnicos y “Estudios poscoloniales”. El nombre de la escuela posmodernista se convirtió así en “Teoría Francesa” en los Estados Unidos.13

La razón por la cual Estados Unidos fue el segundo país conquistado por la posmodernidad después de Francia la exploraremos en la próxima sección, cuando profundicemos en la relación entre la posmodernidad y 1968. Digamos simplemente esto en esta etapa: gracias a su posición hegemónica en el mundo capitalista en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se había convertido con el tiempo en el centro de la vida intelectual también en el mismo mundo capitalista. Un ejemplo significativo es el cambio en las artes visuales. Mientras que París fue el centro cultural de la pintura y la escultura desde los albores de la era capitalista hasta la década de 1950, la ciudad a la que peregrinaba el talento de todos los demás países, a partir de ese punto de inflexión Nueva York ocupó gradualmente el

11 Perry Anderson, In the Tracks of Historical Materialism (Tras las huellas del materialismo histórico), Chicago: University of Chicago Press, 1984, p 32.

12 Lo más importante: Peter Dews, Logics of Disintegration. Post-Structuralist Thought and the Claims of Critical Theory , Londres: Verso, 1979; Alex Callinicos, Against Postmodernism, A Marxist Critique, Londres: Polity Press, 1981; Perry Anderson. Op. cit., 1984. En cuanto a otros países, Italia parece tener cierta prioridad. En el prefacio que escribió para un libro que reúne las entrevistas realizadas por el periodista italiano Duccio Trombadori, R.J. Goldstein señala que los libros de Foucault fueron traducidos al italiano tan pronto como salieron en Francia. Véase Michel Foucault, Observaciones sobre Marx. Conversaciones con Duccio Trombadori, Nueva York: Semiotext(e), 1991, p. 7.

13 Debemos nuestro conocimiento sobre las aventuras del posmodernismo en América durante los últimos cuatro décadas al completísimo estudio de François Cusset. Ver French Theory. Foucault, Derrida, Deleuze & Cie et les mutations de la vie intellectuelle aux Etats-Unis  op. cit.

lugar de París como el nuevo centro. Lo mismo puede decirse que ha sucedido gradualmente no sólo en campos como la medicina, la física, la química, la economía, áreas en las que Estados Unidos, junto con Gran Bretaña, tiene casi el monopolio de la innovación y el descubrimiento, sino también en las ciencias sociales e incluso en la filosofía, que tradicionalmente se consideraba un dominio intelectual de la cultura europea. Fue por esta razón que una vez que el posmodernismo capturó el “mercado” estadounidense, por así decirlo, fue sólo un pequeño paso hacia su expansión y conquista de la esfera internacional.

 

3. 1968: Un punto de inflexión histórico de carácter híbrido

Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana,

se encontró transformado en un insecto gigantesco.

Franz Kafka, “Metamorfosis”

 

Ha llegado el momento de que discutamos el papel que jugó 1968 en el florecimiento del posmodernismo. De hecho, nuestro objetivo desde hace algún tiempo es abordar la cuestión de 1968 por sus propios méritos, por lo que esta cuestión de su relación con el posmodernismo nos proporciona al menos un punto de entrada a este tema.

Admitamos desde el principio que las líneas que siguen deben considerarse una autocrítica parcial con respecto a nuestra evaluación anterior de 1968. En un artículo (en turco) que habíamos escrito anteriormente en el que dábamos cuenta detallada de este histórico punto de inflexión, habíamos sostenido que 1968 fue una “ola revolucionaria internacional”.14 El lector verá en un momento que hoy abordamos esta caracterización con ciertas salvedades. En efecto, deberíamos haber hecho explícitas estas advertencias bastante tiempo antes. Creemos que vale la pena contar la historia de esta reevaluación.

Cuando estalló la revolución árabe en 2011 y esto se repitió en las rebeliones populares en otros países de la cuenca del Mediterráneo y más allá, abordamos este fenómeno con mucho cuidado, escribiendo varios artículos principales y muchas piezas breves sobre los diferentes episodios de esta ola. A partir de 2013, mientras buscábamos una respuesta a la pregunta de cómo situar esta ola de revoluciones y rebeliones en el conjunto de la historia de la era moderna, llegamos a la conclusión de que en nuestra época moderna, las revoluciones avanzan en oleadas de revolución mundial. Incluso las revoluciones burguesas habían surgido al menos como olas regionales, pero el patrón era mucho más claro cuando llegamos a las revoluciones socialistas o las revoluciones que tenían este tipo de potencial pero fracasaron o fueron abortadas. Mientras poníamos a prueba este marco teórico para los diferentes grupos de revoluciones socialistas, nos topamos naturalmente, en primer lugar, con la primera ola que comenzó con la revolución de octubre en Rusia y su secuela en Europa y Asia y la segunda ola de revoluciones que comenzó en medio de la Segunda Guerra Mundial y lograron la victoria después de la guerra (o, en ciertos casos, se perdieron) como los casos más inequívocos de revolución mundial. La dificultad estaba en otra parte: ¿cómo se suponía que uno debía acercarse a 1968?

Si 1968 fuera considerado una nueva ola de revoluciones como las dos primeras,

 14 Sungur Savran, “1968: Bir Devrimci Dalganın Adı”, Devrimci Marksizm, No. 9, marzo de 2009.

 entonces obviamente había que considerarla “la tercera ola de la revolución mundial” por su carácter indiscutiblemente internacional. Sin embargo, desde la atalaya de 2013, además de conceder un indudable aspecto revolucionario al fenómeno en su conjunto, sentíamos cierto malestar respecto a otros aspectos. Vamos a entrar en estos en un momento. Pero planteemos de nuevo nuestra pregunta original: si el levantamiento actual es en sí mismo una ola revolucionaria mundial, como insistimos, ¿fue entonces la tercera o la cuarta ola de la revolución mundial? Al no haber encontrado el tiempo necesario para examinar el asunto más detenidamente sobre la base de nuevas investigaciones, llegamos a la decisión de que sería un error situar 1968 en el mismo plano que las otras oleadas. Cuando nos propusimos escribir el presente artículo, descubrimos que se ha confirmado que esta es la evaluación correcta para hacer.

Según nuestra presente evaluación, 1968 tiene el carácter de una ola híbrida. Desde cierto ángulo, es la historia del surgimiento de un tremendo festival de luchas de masas en todo el mundo. Un balance parcial de esas luchas se hizo en el artículo al que nos acabamos de referir. Pero desde otro ángulo, lleva dentro de sí mismo las semillas de la ola de reacción que lo seguiría poco después. Ciertamente, este no es un rasgo que se observara necesariamente en todos los países con un levantamiento de 1968. Desde Vietnam a América Latina, desde Sri Lanka a Turquía, e incluso en algunos países imperialistas (Italia, Portugal, España, etc.), 1968 ejerce exclusivamente el carácter de revolución o, según los casos, de rebelión. Pero en varios países imperialistas (Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania, etc.), aunque el carácter revolucionario está vívidamente presente, el movimiento engendró las semillas de su propia disolución dentro de su propia naturaleza. Nos gustaría subrayar la dialéctica despiadada en cuestión aquí: no estamos hablando de una reacción que se produce una vez que el movimiento revolucionario fracasa en su empresa. Estamos hablando de una reacción que nace de la esencia misma del propio movimiento.

Estas semillas de reacción fueron efectivas tanto en países donde la revolución o revuelta popular no incluía a la clase obrera como agencia (América, Alemania) como en aquellos donde la clase obrera llevó a cabo poderosas luchas de clase (Francia, Gran Bretaña). Este no es el factor distintivo. El factor distintivo es el poder del movimiento estudiantil. En aquellos países donde el movimiento estudiantil jugó un papel importante (incluso en el caso de Francia, donde simultáneamente con el movimiento estudiantil cerca de 10 millones de trabajadores protagonizaron un movimiento de huelga y ocupación que duró casi un mes completo), el movimiento no retrocedió bajo el poder abrumador de una fuerza exterior a él, sino que dio a luz a una dinámica de disolución desde dentro de sí mismo. Había básicamente tres elementos en juego: el uso de drogas como una práctica generalizada dentro del movimiento incluso durante la fase de ascendencia revolucionaria; la creación de comunas mientras el movimiento se retiraba de las calles, albergando fantasías de ruptura inmediata con la sociedad burguesa, en lugar de que el movimiento buscara formas de sostener la revolución o la rebelión, según sea el caso, formando nuevas organizaciones de masas; y la sustitución de un esfuerzo por la emancipación de ciertos grupos sociales aislados del resto de la sociedad en lugar de un esfuerzo por construir un movimiento unido para la emancipación total.

Algunos pueden mostrar escepticismo con respecto al uso de drogas: pueden conceder que esto puede estar mal cuando el movimiento está en las barricadas, pero sin embargo defienden su uso después. Nuestra respuesta a ellos es que la lucha contra el capitalismo tiene que apuntar a la derrota de un aparato estatal que está bajo el control de una clase plenamente consciente de sus intereses (la burguesía internacional y sus fracciones nacionales) y es una clase altamente organizada y disciplinada. que es despiadada cuando surge la necesidad de defender su dominio. Esto es incomparablemente más difícil que conducir y no se puede hacer "en estado de ebriedad". Por eso está prohibido el uso de todo tipo de drogas en una organización leninista. Algunos otros pueden replicar, preguntando por qué se ataca a las comunas, ya que encarnan una forma de vida basada en la propiedad compartida y, por lo tanto, van más allá de los límites de la sociedad burguesa. Por un lado, las comunas son precisamente un retorno del socialismo científico al socialismo utópico. Toda la experiencia histórica de estos últimos debería habernos enseñado que es imposible desechar los males de una sociedad capitalista marcada por la ley del valor y el apetito voraz de plusvalía construyendo pequeños refugios de ese tipo en esas condiciones dadas. Por otro lado, retirarse a la vida en comunas implica abandonar la lucha más amplia. La vida comunitaria agota toda la energía de los participantes con una fijación en los problemas de la vida privada, en particular los que se derivan de las prácticas comunales del “amor libre” y no deja espacio para otros asuntos sociales y políticos. Y cuando esto se combina con el uso de drogas y bebidas alcohólicas, se traduce en experiencias profundamente dolorosas para los grupos que se encuentran en una posición más débil (mujeres y, más gravemente, niñas jóvenes, o incluso niños de ambos sexos). Además, la participación de personas de diferentes estratos sociales en una misma comuna y la institución de relaciones íntimas entre ellos crea serios riesgos de profundas convulsiones espirituales y mentales. La tristemente célebre ola de asesinatos de Charles Manson es simplemente uno de los casos más dolorosos de tales casos. En tercer lugar, la búsqueda de la emancipación de diferentes grupos sociales por sí mismos implica, por definición, el abandono de la lucha por la revolución social.

El posmodernismo surgió precisamente sobre la base de estos lados ciegos de 1968, primero en Francia y luego en los Estados Unidos. En cierto sentido, esta corriente es la expresión no del lado revolucionario de 1968, sino de estos aspectos que forman su talón de Aquiles. En una entrevista realizada tras1968, Foucault enumera los pasos necesarios para eliminar las barreras que impiden un cambio completo de la sociedad en el ámbito cultural (junto, cabe señalar, a la lucha de clases, ya que en este etapa temprana el prestigio del marxismo es tan alto que ignorar la importancia de la lucha de clases hubiera sido imposible para un pensador que se propone cambiar las relaciones sociales): “la supresión de tabúes y limitaciones y divisiones en la sexualidad; practicar la existencia de tipo comunal; desinhibición frente a las drogas; ruptura de toda inhibición y clausura a través de la cual se reconstituye y reproduce la individualidad normativa”15

También enumera los grupos sobre los que hay que trabajar: “Queremos trabajar con los estudiantes de secundaria, universitarios, los que estudian en la escuela tutelada, los que están reprimidos psicológica o psiquiátricamente sobre lo que quieren estudiar o sus relaciones con sus familias o en la sexualidad o

15 Aspettando la rivoluzione, op. cita, pág. 25. Nuestra traducción del italiano.

 

en materia de drogas…”16

François Cusset, autor de Teoría francesa, resume el panorama en Estados Unidos en los siguientes términos:

En diez años de activismo, desde las primeras marchas de 1962 por los derechos civiles hasta los sueños libertarios de principios de la década de 1970, el vasto movimiento estudiantil estadounidense se transformó gradualmente de una oposición política organizada a un movimiento espontáneo con un alcance abrumadoramente existencial: de militante anticapitalismo a una mística de cuerpos “libres” y alucinógenos. Como las canciones de Bob Dylan, que, casi al mismo tiempo, transitan del folk antiimperialista al espiritualismo psicodélico. Esta metamorfosis de la rebelión estudiantil, también bajo el impacto de la brutal represión de 1970,17 es uno de los determinantes sociológicos de la recepción y posterior reenvasado de la teoría francesa.18

Prestemos mucha atención a lo que dice el autor: afirma que uno de los factores decisivos en la adopción del posmodernismo por parte de la academia estadounidense es la transformación del movimiento estudiantil de un revolucionismo anticapitalista a un movimiento cultural dionisíaco sobre la base de una celebración del “amor libre” y las drogas. Compartimos la observación de todo corazón.

Es bastante revelador, aunque no podemos profundizar en esto aquí, que una abrumadora mayoría de marxistas se hayan perdido la dialéctica detrás de este carácter híbrido de 1968. Un ejemplo simbólico muy interesante de esta ceguera es la siguiente linda formulación del difunto Chris Harman, uno de los principales teóricos del Partido Socialista de los Trabajadores, el británico, describiendo la reabsorción de los revolucionarios de 1968 en el orden social capitalista a fines de la década de 1970: “Si la moda en 1968 era abandonar y tomar ácido, ahora, aparentemente, es entrar y abandonar el socialismo”. 19 Parece que ni el difunto Harman ni Alex Callinicos, quien lo cita con aprobación, se hicieron la siguiente pregunta simple: ¿en qué sentido es “tomar ácido” lo opuesto a “abandonar el socialismo”? ¿Cuál es, en otras palabras, la relación del socialismo con el LSD?

16 Ibíd., pág. 33. Ídem.

17 La alusión es al asesinato de seis estudiantes y a decenas de heridos en muchas universidades, ante todo Kent State (Ohio) y Jackson State (una universidad negra en Mississippi), con fuego de la policía durante manifestaciones estudiantiles sobre la guerra de Vietnam.

18 Cusset, op. cit., pág. 65. Nuestra traducción del original francés. Nuestro énfasis.

19 Citado por Callinicos, p. 165.

 


4. El surgimiento de la pequeña burguesía moderna y el (semi)proletariado educado

 

Ahora tenemos que plantearnos otra pregunta. Una escuela de pensamiento que hemos caracterizado como contrarrevolucionaria pudo haber nacido en el seno de 1968, reconocida en la historia por su carácter revolucionario; por inusual que esto pueda ser, puede entenderse como resultado de la dialéctica del carácter internamente contradictorio de ese movimiento. Sin embargo, no se podía esperar razonablemente que la influencia del movimiento de 1968 durara más de una o dos décadas. ¿Medio siglo? ¿Cómo explicar la conquista del mundo intelectual por parte del posmodernismo y sus afiliados desde hace ya medio siglo?

Hay tres factores diferentes detrás de la longevidad del posmodernismo. Uno es el cambio significativo de la estructura de clases primero en los países imperialistas y luego en otros. Otro es el desprestigio de las diversas experiencias de construcción socialista del siglo XX inicialmente y luego su derrumbe. Finalmente, está la solución que la burguesía internacional encontró a finales de los 70 y principios de los 80 a la crisis del capitalismo mundial que se desató a mediados de los 70, tomando esa solución el asalto de clase neoliberal de la burguesía a las clases trabajadoras. de todos los países (que luego se consolidó con la adopción del globalismo). Retomaremos el primer punto en esta sección y los otros dos en las dos secciones siguientes. más adelante los uniremos como un todo sintético en la Sección 7. Llevaremos a cabo esta discusión necesariamente en forma resumida, haciendo referencia a nuestros trabajos anteriores siempre que sea posible.

La base de clase de la influencia hegemónica del posmodernismo es la extrema importancia que adquirieron dos grupos sociales distintos, aunque estrechamente asociados, en la estructura social de todos los países a partir de mediados del siglo XX: la pequeña burguesía moderna y el (semi)proletariado educado.  Hemos escrito sobre estos estratos sociales en detalle anteriormente (en turco) y aquí, dado el amplio alcance de este artículo, presentaremos solo un resumen de nuestros puntos de vista sobre esta cuestión.20

La pequeña burguesía moderna, generalmente llamada los "profesionales" en la jerga social de los países occidentales, es parte de la pequeña burguesía en el sentido de que esta clase posee sus medios de producción pero también realiza trabajo para producir mercancías (generalmente servicios), en sí misma, pero es una capa especial de esta clase porque no es, como su homónimo, la pequeña burguesía tradicional, como los artesanos, los pequeños comerciantes o los pequeños campesinos, una categoría social que tiene sus raíces en la etapa pre-capitalista, sino que por el contrario es producto de la sociedad capitalista moderna y de sus fuerzas productivas. Esta es una capa que se especializa en áreas de producción (principalmente de servicios) que requieren educación superior (medicina, derecho, finanzas, tecnología, incluyendo tecnología digital, arquitectura, turismo, etc.) y utiliza esta mano de obra calificada en los lugares de trabajo (gabinete médico, farmacia, clínica veterinaria, despacho de abogados, pequeña agencia de arquitectura, ingeniería o diseño, oficina de consultoría contable o financiera, estudio de postproducción, empresa de preparación de software, etc.) que se pertenecen a sí mismos y obtienen ingresos generalmente altos o muy altos en relación con la masa general de la población trabajadora.

Hay dos diferencias muy importantes entre las dos alas de la pequeña burguesía, la tradicional y la moderna. Por un lado, la base material del ala tradicional de la pequeña burguesía está en declive, con medios de producción a gran escala constantemente, aunque en movimiento contradictorio, minando los fundamentos de su existencia. La proletarización es un grave riesgo para la pequeña burguesía tradicional. El ala moderna tiene una base material mucho más duradera precisamente porque es el producto de las condiciones modernas, aunque, aquí también, el desarrollo

 20 Sungur Savran, “Sınıfları Haritalamak: Sınıflar Birbirinden Nasıl Ayrılır?”, Devrimci Marksizm, Nº 6, Primavera-Verano 2008.

es a veces contradictorio, al menos a corto plazo. En segundo lugar, debido a que la capa moderna ha recibido educación superior o incluso más allá, es diferente del estrato tradicional no solo culturalmente por razones obvias sino también económicamente.

El segundo grupo social sobre el que queremos detenernos no es un estrato de la pequeña burguesía sino del proletariado: el (semi)proletariado culto. Estos son el mismo tipo de personas que la pequeña burguesía moderna, excepto que están empleados como asalariados, ya sea por capitalistas, por el gobierno o por entidades sin fines de lucro. Expliquemos aquí el calificativo “semi”. Los estratos altos de esta fracción de clase provienen de familias acomodadas. En estas familias, la transferencia de riqueza intergeneracional es muy común, especialmente en la etapa en que los padres tienen entre 45 y 55 años.21 Posteriormente, con la muerte de los padres, una cantidad considerable de riqueza, principalmente en forma de bienes raíces, se transfiere a la nueva generación. En tales circunstancias, el proletario no puede ser considerado plenamente proletario. Porque sólo aquellos trabajadores son verdaderos proletarios que se ven obligados (por razones económicas) a vender su fuerza de trabajo. De la misma manera que el campesino pobre que, por no poder subsistir sólo con los productos de la tierra que posee, necesita trabajar también como asalariado, esta capa también es semiproletaria. Él o ella muy bien puede dejar su trabajo en una agencia de publicidad o en una universidad como profesor y abrir un café, una boutique o un lugar de trabajo en el área en la que se ha educado. Por otro lado, incluso si es “semi”, esta persona es proletaria ya que está expuesta a las mismas presiones (especialmente la perspectiva de despido) que otros proletarios.

Si bien este estrato de clase lleva una vida basada en el trabajo asalariado en la esfera de la producción (y por lo tanto comparte algunos intereses importantes con el proletariado en general), desde el punto de vista de sus orígenes, su formación corresponde casi exactamente a la de la moderna pequeña-burguesía en cuanto a las condiciones y la trayectoria de esta formación. El médico que tiene un gabinete y el profesor universitario que enseña en una escuela de medicina o el arquitecto que tiene un estudio de diseño y el que trabaja para una gran empresa de construcción, etc. están expuestos a diferentes presiones en su vida laboral, pero son muy cercanos en términos de sus raíces socioeconómicas y antecedentes educativos. Además, y lo que es más importante, visto dinámicamente, es decir a lo largo de toda su vida laboral, ya sea por su propia elección o por algún imprevisto, pueden incluso invertir sus respectivas posiciones en la vida. Estos dos estratos son también muy similares culturalmente y en cuanto a su orientación política. Por eso, a los efectos de este artículo, no será problema tratarlos juntos y encasillarlos bajo la rúbrica de “pequeña burguesía moderna” por conveniencia, con la salvedad de que sus diferencias puedan sacar a relucir ciertas divergencias en sus actitudes de clase o su orientación política bajo ciertas condiciones que pueden ser retomadas en otros espacios.

Una institución crucial en la formación de clases de estos dos estratos es la universidad. El papel que desempeñó la universidad hasta principios del siglo XX se restringió a la fina corteza superior de la sociedad capitalista. En 1901 en el Reino Unido (cabe recordar que este país seguía siendo la potencia imperialista hegemónica y marcó la pauta del desarrollo) solo uno de cada cien jóvenes (por regla general solo hombres)

 21 Mike Savage, Social Class in the 21st Century, Harmondsworth: Pelican Books, 2015, pág. 75.

iba a la universidad. Cuando llegamos a 1962 esta cifra se había elevado a cuatro de cada cien. Actualmente (la cifra es de 2015), casi 50 de cada cien jóvenes intentan de alguna manera ingresar a la educación superior.22

 

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 Figura 1: Número de jóvenes en edad universitaria que asisten a una institución de educación superior, Reino Unido, 1860-2010

 

 La misma tendencia es válida para todos los países, aunque a ritmos diferentes a lo largo del tiempo.23 Existe así una superposición empírica casi perfecta entre lo que puede llamarse la “universidad de masas” y la hegemonía del posmodernismo.

Por supuesto, desde el punto de vista metodológico, la observación empírica de la correlación no implica, por sí sola, una causalidad sólida. Sin embargo, una literatura en expansión ha mostrado recientemente de manera bastante convincente que la educación universitaria actúa como base para la reproducción ampliada de ciertas clases privilegiadas o más bien estratos de clase. Los amplios trabajos de análisis de clases24 y los representantes más avanzados de la literatura llamada “meritocracia”25 han proporcionado datos que no dejan lugar a dudas sobre la vital importancia de la educación superior en la formación de nuevas clases de la sociedad capitalista desde la década de 1970.

 22 Ibíd., capítulo 7, passim. El gráfico está en la pág. 225.

23 Para Estados Unidos, el líder del capitalismo actual, véase Cusset, op. cit., pág. 54 y Michael Sandel, The Tyranny of Merit, What's Become of the Common Good, Nueva York: Farrar, Strauss y Giroux, 2020, pág. 18.

24 El libro escrito por Mike Savage y sus colegas, publicado en 2015 (ver nota al pie 20), según la caracterización del autor, se construyó sobre la Great British Class Survey, organizada por la BBC en 2013, la encuesta con mayor base jamás realizada en Gran Bretaña (161 mil respuestas).

25 El libro de Michael Sandel (véase la nota al pie 22 anterior) se celebra como el chef d'oeuvre de esta literatura. Una discusión sobre el concepto de “meritocracia” no nos interesa, al menos en este artículo.

 

¿Cuál es, entonces, el elemento decisivo en esta nueva estructura de clases del capitalismo? ¡En ambas literaturas en cuestión, la respuesta a esta pregunta es inequívocamente los “profesionales”! Más sucintamente, es la pequeña burguesía moderna y su primo no muy lejano, el (semi)proletariado educado. La educación universitaria funciona como un mecanismo que separa a la pequeña burguesía moderna (incluyendo en nuestro uso al (semi)proletariado educado) del proletariado, así como a la pequeña burguesía tradicional, como una capa privilegiada de la sociedad casi como una casta.

¿Por qué decimos una “casta”? La razón es que, bajo el engañoso lema de “igualdad de oportunidades”, existe un sistema competitivo amañado de cabo a rabo. Cualesquiera que sean las diferencias de los sistemas de ingreso a la universidad de los diferentes países, el lector conocerá la verdad de lo que estamos escribiendo a través de su propia experiencia personal. Ya sea que se utilice un examen de ingreso a la universidad o un sistema de admisión que se base en las credenciales de los jóvenes que solicitan la admisión, el hecho innegable de que los hijos de familias ricas y altamente educadas tienen una inmensa ventaja para ganar la competencia nos muestra que la institución universitaria funciona realmente como semillero de reproducción de la posición social de los ricos y privilegiados.

Por supuesto, en una época en la que la educación universitaria se ha convertido en un fenómeno de masas (¡el cincuenta por ciento de la población relevante en el Reino Unido!), no todos los jóvenes que, de una forma u otra, han logrado pisar el suelo de una institución de educación superior pueden haber recibido un pasaporte para entrar en la minoría privilegiada de la pequeña burguesía moderna. Aquí, la estratificación de varias universidades se convierte en el caldo de cultivo para un proceso riguroso de separación de los privilegiados de los ordinarios y, por lo tanto, para la reproducción de la estructura de castas de la pequeña burguesía moderna. En el Reino Unido, Oxford, Cambridge y ciertas universidades de Londres y en los Estados Unidos, un pequeño número de otras universidades, además de las llamadas universidades de la “Ivy League”, educan a la crème de la crème. Para aquellos que tengan curiosidad por conocer las estadísticas, citemos algunas cifras. Dos tercios de los estudiantes de las universidades de la Ivy League provienen de familias que pertenecen al 20 por ciento más rico de la sociedad estadounidense. En algunas universidades selectas, como Princeton y Yale, que brindan educación de la más alta calidad a nivel de licenciatura (mientras que otras, como Harvard, se concentran más en el nivel de posgrado), el número de los hijos de familias que pertenecen al 1 por ciento superior de la distribución del ingreso es superior a la de los hijos de aquellos que pertenecen al 60 por ciento más bajo del grupo de ingresos.26

Con todo esto, no es de extrañar que una familia pagará 1,2 millones de dólares en sobornos para que su hija (que ni siquiera había jugado al fútbol) fuera admitida en Yale ¡presentándola como una estrella del fútbol! Esta es una muy buena inversión si tienes el dinero. Es casi seguro que los graduados de Yale lleguen al uno por ciento superior de la escala de ingresos. El ingreso mínimo anual del uno por ciento más rico es de 630 mil dólares.27 ¡La suma de 1,2 millones de dólares se amortizará en cuestión de dos años!

Si es cierto que la formación de clase de la pequeña burguesía moderna está mostrando una dinámica en

 26 Sandel,  pág. 16. Para obtener información detallada sobre Gran Bretaña, véase Savage, p. 240-47.

27 Sandel, op. cit., pág. 27

 

la dirección de convertirse en una estructura similar a una casta, este grupo social (en sus dos componentes) no tiene nada que esperar de la clase trabajadora u otros sectores trabajadores de la población, cualquiera que haya sido su actitud hacia ellos en el período anterior de su formación. Su objetivo principal, de hecho, debe esperarse que sea enfatizar su diferencia y profundizar el abismo que la separa de aquellos grupos sociales para fortalecer el proceso de convertirse en una formación similar a una casta. También intentará romper cualquier lazo que se haya establecido en el pasado. En esta fase de la sociedad capitalista, las clases trabajadoras están sufriendo una especie de pobreza estancada en un pantano. Según las alucinantes estimaciones de Thomas Piketty y sus colegas, el ingreso promedio de un miembro en edad laboral de la población activa de ¡la clase obrera era de 35 mil dólares en 1964 y se ha mantenido en el mismo nivel real (es decir, poder adquisitivo) desde entonces! ¡Durante medio siglo (precisamente el medio siglo que estamos tratando de comprender) el nivel salarial promedio se ha mantenido igual!28 ¿Por qué la pequeña burguesía moderna querría unirse a esta clase?  Esta imagen también explica por qué la gran mayoría del cuerpo estudiantil en las universidades se ha despolitizado en gran medida y se ha separado del socialismo que atrajo a los estudiantes en el pasado. Nuestra primera proposición con respecto al posmodernismo se deriva de estas observaciones: el posmodernismo es la ideología de la pequeña burguesía moderna y el (semi)proletariado educado (más la juventud estudiantil que aspira a integrarse a esos estratos) para segregarse del proletariado y de los pobres. El posmodernismo es la contraparte ideológica de las llamadas comunidades en urbanizaciones cerradas que están protegidas contra los pobres. 

Esta proposición es verdadera en su sentido más pleno sólo para los países imperialistas. Otros países (ya sean semi-industrializados del tipo BRICS o países absolutamente pobres o los antiguos estados obreros) están obligados a mostrar diferencias en diversos grados con respecto a este veredicto general. Pero la esencia de la proposición se mantiene también en esos países, aunque modificada por otras tendencias que compiten con la fundamental. La vigencia de esta tendencia depende de una multitud de factores económicos, políticos, culturales, históricos, entre los cuales juega un papel especial la relación del país con el imperialismo.

 

5. La crisis de los estados obreros burocráticos

 

 La segunda condición material del ascenso histórico de la posmodernidad es el desprestigio del marxismo y el comunismo como resultado de la crisis de los estados obreros. Habiendo salido de la Segunda Guerra Mundial con gran prestigio ya que fue el Ejército Rojo y los partisanos revolucionarios (guerrilleros) desde Francia hasta China y Corea los que derrotaron al nazismo y sus aliados, el socialismo comenzó a perder su encanto primero con la revolución en Hungría en 1956, luego con la Primavera de Praga de 1968, para finalmente colapsar como resultado de la caída de los estados obreros burocráticos uno tras otro en 1989, tras la caída del Muro de Berlín. 

Dado que este es un aspecto bastante familiar de la historia del final del siglo XX, no vamos a

28 Ibíd., pág. 214.

 

entrar en detalles, sino simplemente sacar conclusiones para nuestros propósitos en este artículo. 

Hemos enfatizado persistentemente a lo largo de nuestros escritos un punto con respecto a la historia del siglo XX. No se puede escribir esta historia sin prestar mucha atención al papel que jugaron la revolución de octubre de 1917 y el estado soviético, el primer estado obrero duradero de la historia. En el otro lado del medallón, encontramos esta verdad: es imposible, como han estado tratando de hacer los posleninistas, explicar la situación en la que se encuentran el marxismo, el socialismo, el movimiento obrero y las luchas de clases en todo el mundo en este comienzo de siglo XXI simplemente observando los cambios que se han producido en la sociedad capitalista. La evaluación de la situación mundial actual no puede hacerse sin traer el derrumbe de la experiencia de construcción socialista del siglo XX. Este sirve para entender la hegemonía de medio siglo del posmodernismo y su actuación en otros eventos importantes.

En este artículo no nos detendremos en la historia del colapso de la experiencia de construcción socialista del siglo XX ni del llamado movimiento “comunista” (es decir, estalinista), portador de esa experiencia. Entraremos directamente en una discusión de cómo estos permitieron el surgimiento y la hegemonía duradera del posmodernismo. Si la clase obrera hubiera estado dirigida por una dirección marxista revolucionaria, los acontecimientos parisinos de 1968 podrían haberse convertido fácilmente en una revolución cuyas posibilidades de éxito habrían sido muy altas. Más allá de eso, lo que ocurrió en tres países de Europa occidental en esa época (los eventos de mayo en Francia, el "otoño caliente” de 1969 en Italia y la revolución portuguesa de 1974) se convirtieron en tantas posibilidades revolucionarias perdidas en manos de los partidos “comunistas” estalinistas que ya habían completado su transformación en partidos reformistas nacionales. Esta insuficiencia, o más bien ausencia, de dirección proletaria le costó mucho a la clase obrera, en el senso que en el 1968 se volvió contra ella o, en otras palabras, el aspecto contrarrevolucionario de 1968 se hizo dominante.

1968 fue también un período en el que la experiencia de la construcción socialista jugó un papel desde otro ángulo que nuevamente actuó contra el marxismo y el comunismo. Este fue la entrada de tanques soviéticos (o del Pacto de Varsovia) en otro país, Checoslovaquia, un país en el que los checos y los eslovacos vivían juntos en ese momento. Este fue presentado al mundo como la “defensa del socialismo”. La intervención aplastó la llamada Primavera de Praga y esto incluso antes de que el trauma creado por un movimiento similar durante la revolución húngara de 1956 hubiese sido superado.

Cuando, una década más tarde, la gigantesca lucha obrera de Solidarnosc, un movimiento sindical en Polonia, fue reprimida por un golpe militar en 1981, el ataúd quedaría sellado definitivamente para la experiencia del siglo XX. El movimiento reaccionario liderado por Margaret Thatcher en Gran Bretaña y Ronald Reagan en Estados Unidos en la década de 1980, que se extendió por todo el mundo en los años y décadas siguientes, recibió un gran impulso de estos sucesivos acontecimientos en los estados obreros. El colapso de todos los estados obreros en Europa Central y del Este en 1989 fue casi una confirmación de un destino ya sellado.

 

De una forma u otra, este colapso, seguido casi inmediatamente por el colapso y disolución de la Unión Soviética y el proceso elemental de la restauración del capitalismo en China y Vietnam algo más tarde, condujo a una inmensa pérdida de prestigio por el marxismo. En cierto sentido, el marxismo quedó enterrado bajo los escombros cuando se derrumbó el estalinismo.

No es cierto que el posmodernismo haya obtenido una victoria intelectual frente a lo que verdaderamente había sido el sistema de pensamiento socioeconómico más poderoso jamás visto en historia. En su lucha contra el marxismo, los dados estaban echados a su favor: el estalinismo ató las manos del marxismo y el posmodernismo ganó una guerra unilateral. Más adelante veremos cómo esta fácil victoria, junto con la nueva composición de clase de la sociedad capitalista, creó una nueva matriz política que conduciría a un matrimonio feliz con el posmodernismo.

Pero como ya hemos llegado a finales de la década de 1970 y principios de la de 1980, se hace necesario incluir en nuestro análisis un factor nuevo, que ha marcado nuestra historia del último medio siglo. Este nuevo factor es el neoliberalismo.

 

6. Los abanderados del neoliberalismo: von Hayek, Friedman, Becker… y Foucault

 

La segunda mitad de la década de 1970 vio, por un lado, la adopción por parte de la burguesía internacional de la estrategia neoliberal como solución a la crisis económica, lo que entonces se denominó “crisis del petróleo”, y, por otro, un giro brusco en la orientación política de Michel Foucault, sin duda el pensador más importante del posmodernismo, en el sentido de que ahora abandonó su furtiva guerra de desgaste contra el marxismo en favor de izar la bandera de la política reaccionaria. Este proceso se desarrolló en tres etapas diferentes.

Como suele discutirse, con el golpe al sistema de Bretton Woods como resultado del corte del vínculo entre el dólar y el oro, seguido por la crisis de 1973-74, la burguesía internacional comprendió la naturaleza a largo plazo de la crisis que se había desencadenado y cambió drásticamente su orientación estratégica general. El viejo marco keynesiano de política económica y las medidas reunidas bajo el epígrafe general de “estado de bienestar”, adoptado en la posguerra como una línea político-ideológica de defensa contra la Unión Soviética fueron abandonadas y el neoliberalismo fue abrazado como la orientación estratégica con el propósito de cambiar el equilibrio de fuerzas a favor de la burguesía a través de la atomización de la clase obrera y las masas trabajadoras. Después de que la Unión Soviética dejó de representar una amenaza para el mundo capitalista, más definitivamente en la década de 1990, esto fue reforzado por la adopción de la perspectiva política globalista de la misma burguesía internacional, contribuyendo así a la consolidación de la estrategia neoliberal.

En casi todos los países, esta nueva orientación resultó en el nacimiento de tendencias liberales dentro de la propia izquierda. Por ejemplo, en Gran Bretaña, en la tierra de Margaret Thatcher para colmo de males, Marxism Today, el órgano teórico del Partido Comunista de Gran Bretaña, se convirtió en una publicación completamente liberal, todo el tiempo afirmando que el capitalismo había entrado en una nueva etapa. Stuart Hall, el editor de la revista, se convirtió en un nombre simbólico como defensor de puntos de vista que mezclaban el liberalismo de izquierda con el posmodernismo.

En Francia, nació una tendencia paralela dentro de la CFDT, la segunda mayor confederación de sindicatos entonces y la más grande en la actualidad, dirigida en ese momento por un tal Edmond Maire. Esta nueva tendencia liberal, tanto más llamativa en un país donde la tradición liberal había sido débil incluso en las filas de la burguesía (compárese con el gaullismo), condujo al apelativo de "Segunda Izquierda" o incluso más mordazmente la “Izquierda americana” por la izquierda más tradicional. La principal figura intelectual dentro de esta tendencia era Pierre Rosanvallon y el principal líder político Michel Rocard, un político que inicialmente siguió una carrera en un pequeño partido de izquierda, pero luego se unió el principal partido socialdemócrata del país, el Parti Socialiste, e iba a incluso ocupar el cargo de primer ministro en una determinada etapa. El flirteo de Michel Foucault con el liberalismo se inició primero en su relación con este círculo.

Sin embargo, esto no es nada en comparación con lo que vendría después. La segunda etapa de la declaración de guerra de Foucault al marxismo es mucho más tumultuosa. A raíz de la llamada Gran Revolución Cultural China, en Europa Occidental, algunos intelectuales maoístas muy fogosos de un período anterior, como es común en tales turbulentos períodos, se movieron rápidamente hacia posiciones rabiosamente anticomunistas desde mediados de 1970 en adelante. De estos renegados, convertidos en “celebridades” en las pantallas de televisión a través de las astutas políticas de la burguesía y llamados los “Nuevos Filósofos”, dos fueron destacados espectacularmente: Bernard-Henri Lévy y André Glucksmann. El balance del rápido cambio que se produjo en este período, que fácilmente se puede caracterizar como una “contrarrevolución intelectual”, ha sido admirablemente dibujado por Cusset, el autor de Teoría Francesa, en términos de editoriales, revistas y personajes principales.29 El comunismo no fue el único objetivo de esta ola. En su asalto general al “estado totalitario”, apuntó no solo al marxismo sino toda la izquierda, no sólo a las revoluciones socialistas, sino también la revolución francesa de 1789, ordinariamente considerada como el ejemplo paradigmático de una revolución burguesa.

Fue en esta conmoción general que Foucault decidió reconocer a los “Nuevos Filósofos” cuando su antiguo alumno André Glucksmann publicó un libro titulado Les maîtres à penser (Las mentes maestras) en 1977. El libro avanzaba la idea de que los que tienen la verdadera responsabilidad de los campos de trabajos forzados, ampliamente conocidos como el Archipiélago Gulag, en la Unión Soviética bajo Stalin están Hegel, Marx y todos los otros autores intelectuales que defienden la remodelación del mundo sobre la base de la razón. En el semanario Nouvel Observateur, revista muy leída por toda la izquierda, Foucault escribió un panegírico del libro, sin la menor reserva o salvedad. Por clarificación, añadamos que Glucksmann responsabilizó a los maestros no solo para el Gulag sino también para Auschwitz. En su primer libro, publicado en 1975, Glucksmann se refirió a Historia de la locura en la época clásico de Foucault de 1961 para enfatizar la importancia de los centros de “micro poder”. En su libro de 1977, por otro lado, se refirió al reciente libro de Foucault de 1975, Vigilar y castigar y trajo a en primer plano el "panóptico ideal", que simboliza el control omnipresente sobre todo. Para Glucksmann, Foucault fue “el primer pensador desde Marx que lleva a cabo un trabajo sistemático sobre los orígenes de la Edad Moderna”.30

 

29 Cusset, págs. 324-26.

30 Michael-Scott Christofferson, “Foucault and New Philosophy: Why Foucault Endorsed André Glucksmann’s The Master Thinkers”, en Daniel Zamora & Michael Behrent (eds.), Foucault and Neoliberalism, Cambridge: Polity Press, 2016. Christofferson también ha escrito un libro sobre el tema de los nuevos filósofos: French Intellectuals Against the Left. An Antitotalitarian Moment of the 1970s New York/Oxford: Bergahn Books, 2004.

 

 Aprovechemos esta oportunidad para llamar la atención del lector sobre otro juicio de Foucault. Al escribir sobre el libro de Glucksmann, Foucault afirma que en la base de las masacres cometidas radica la “‘visión’ de estado-revolución con todas las soluciones finales”, planteadas por los grandes pensadores31 Repite la misma fórmula en otro lugar, hablando de la “vacuidad de una política formada alrededor de la dualidad estado/revolución”.32 Somos de la opinión de que estas fórmulas que conectan el estado y revolución son producto, como ya señalamos en el apartado 1 anterior, del hecho de que todo el análisis de Foucault sobre el “micro poder” es un instrumento de una estrategia que pretende refutar El Estado y la Revolución de Lenin.

Foucault ya no puede ocultar su desprecio por el marxismo y el comunismo. Didier Eribon, un asistente suyo, en su biografía de Foucault, cita muchos ejemplos de esto.33 Es este aborrecimiento que salió abiertamente por primera vez gracias a la nueva ola que iniciaron los Nuevos Filósofos. La importancia de la idea propuesta por Foucault en su Conferencia de Tokio de 1978 en el sentido de que “la revolución ha sobrevivido a sus días” es claro. Y nada puede sacar a relucir la intención de Foucault que el título de esa Conferencia: “¿Cómo deshacerse del marxismo?”34

Sin embargo, ni siquiera esto es tan importante. Parece casi insignificante en comparación a la tercera etapa de la transformación de Foucault. Comencemos hablando de esta etapa señalando que ciertos cambios en la perspectiva filosófica de Foucault también se produjeron en este proceso de transformación.

Como ya se ha indicado, el enfoque de la firma en el tratamiento de Foucault del mundo moderno es su énfasis en los centros de "micro poder". Él era con frecuencia reprendido por esto, también. Las críticas más mencionadas a este respecto es la dirigida a Foucault por el pensador estadounidense Michael Walzer, quien lo reprendió por ignorar a los regímenes políticos reaccionarios en su búsqueda por hacer del “microfascismo de la vida cotidiana” su verdadero chivo expiatorio.35

Es evidente que, en su trayectoria teórica, Foucault despreció casi por completo el poder encarnado en el gobierno central.36 Sin embargo, hay un punto que fue pasado por alto por Walzer y otros de su predisposición: a partir de 1976, en sus conferencias en el Collège de France, Foucault cambió esta actitud y comenzó a mostrar un interés especial en el gobierno central. Paul Patton, un erudito australiano de Foucault, ha comentado que la razón de este descuido en el mundo angloparlante es la retraso en la

 

31 Citado por Christofferson, op. cit.

32 Citado por Mitchell Dean, “Foucault, Ewald, Neoliberalism, and the Left”, en Zamora-Behrent, op.cit.

33 Didier Eribon, Michel Foucault, traducido del francés [al turco] por Şule Çiltaş, Estambul: Ayrıntı, 1989.

34 Citado por Zamora, “Foucault, The Left, and the 1980s”, en Zamora/Behrent. En frances el título exacto es este: “Méthodologie pour la connaissance du monde: comment se débarrasser du marxisme”.

35 Michael Walzer, “The Politics of Michel Foucault”, David Couzens Hoy (der.), Foucault: A Critical Reader, Oxford: Basil Blackwell, 1986.

36 Decimos “en su trayectoria teórica”, pues a raíz de 1968 frecuentemente cruzó espadas con el poder estatal en luchas prácticas, en compañía de maoístas o intelectuales comprometidos como Jean-Paul Sartre. Véase Eribon, op. cit., pág. 218 ss., 233 ss., 258, 266 ss., 286-87, 326 ss.

 

traducción de las conferencias del Collège de France al inglés. en el 1978 y las conferencias de 1979 en particular, Foucault desarrolló un nuevo concepto ("gubernamentalidad") para abordar la cuestión del poder en el nivel central del gobierno el nivel central.37

El sentido que Foucault atribuye al concepto de gubernamentalidad es de vital importancia. En su Conferencia de 1978-1979 publicada bajo el título Naissance de la biopolitique (El nacimiento de la biopolítica), sostiene que a partir de mediados del siglo XVIII el Estado pasó a una nuevo. modo de gubernamentalidad, o el arte de gobernar, que es diferente tanto de la Edad Media y la era del Absolutismo (o del Mercantilismo).38 En esta nueva etapa, en lugar de tomar las decisiones más importantes por sí mismo, el estado las deja en manos de los actores económicos que persiguen su propio interés. Fiel al método propio del posmodernismo, en lugar de estudiar las condiciones históricas y la dinámica de ello, Foucault investiga qué corriente intelectual representa el método de gobernar a través del mercado por parte del Estado. La escuela que pone bajo el centro de atención es la ciencia de la economía política o liberalismo económico, cuyo representante destacado es Adam Smith.

A lo largo del año académico, además de los representantes históricos originales del liberalismo económico, Foucault también observa cuidadosamente las formas que esta escuela tomó más tarde en Alemania ("Ordoliberalismo"), en Austria (von Mises, von Hayek y otros) y en América (en particular en la Universidad de Chicago, con Milton Friedman y Gary Becker al frente del escenario), acercando así el debate al mundo contemporáneo.

En su tratamiento de toda esta problemática en Naissance de la biopolitique (Nacimiento de la Biopolítica), hay algunos aspectos muy significativos que no debemos perder de vista:

1) Foucault naturaliza las relaciones de mercado, que Marx ya había demostrado que son resultado de relaciones socioeconómicas propias de una época histórica, es decir, del modo de producción capitalista. La idea de que el predominio del mercado es lo natural es algo a lo que Foucault vuelve una y otra vez. En una sola página hay cinco alusiones diferentes a la idea de que el mercado es "natural" en esencia.39 Así, Foucault se remonta a las ilusiones premarxistas de la economía política.

2) Detrás de esto subyace la idea de que, para la mente de Foucault, la limitación interna ejercida sobre el gobierno es impuesta no por sujetos sino por cosas.40 Aquí vemos que la observación de Marx de que la economía política clásica está sujeta al fetichismo de la mercancía, a una concepción en la que las relaciones humanas aparecen como relaciones entre mercancías (“cosas”) resulta válida también en el caso de Foucault.

3) El mercado es, en esta sociedad, el lugar donde todo se verifica. Foucault no utiliza el concepto “verificado” sino que crea un neologismo: “veridicción”. Este término significa una verdad que surge no en un sentido objetivo sino uno que es subjetivamente válido o más bien válido desde el punto de vista del

 37 Paul R. Patton, “The Reception and Evolution of Foucault’s Political Philosophy”, Kritike, vol. 12, N° 2, diciembre 2018.

38 Michel Foucault, Naissance de la biopolitique, Cours au Collège de France, 1978-1979, París: Gallimard Seuil, 2004.

39 Ibíd., pág. 33.

40 Ibíd., pág. 13.

 

funcionamiento interno del sistema. Así, al caracterizar el mercado como el lugar de la veridicción de todas las cosas, Foucault comparte la perspectiva del mercado como un “proceso de descubrimiento” en los términos de von Hayek, excepto, por supuesto, en el lenguaje posmoderno. Es al final del proceso de descubrimiento que surge la verdad, aunque sea una verdad relativa o condicional. El mercado se ha convertido en la esfera que impone la verdad de la vida social.41

4) Llegamos ahora al punto más importante. La conclusión general de que Foucault extrae de sus Conferencias de 1978-1979 es esta: “No hay soberano en la economía.”42 Esto debe entenderse en todas sus ramificaciones: lo que Foucault está diciendo aquí es que el Estado no puede mantener la economía bajo su control, que es esclavo de la economía. En otras palabras, ¡la planificación es imposible!

5) En efecto, el pensador complementará esta frase final con la siguiente idea: “En el análisis final, es este problema el que va a ser planteado en toda Europa y en todo el mundo moderno a través de la práctica gubernamental, problemas económicos, socialismo, planificación, economía del bienestar…. Y, en el anverso, todo lo que parece planificación, una economía administrada [la famosa économie dirigée francesa], el socialismo, el socialismo de Estado se convertirá en el problema de si se puede superar de alguna manera esta maldición formulada por los economía política desde sus inicios, contra el soberano económico, que es, al mismo tiempo, la condición misma de existencia de una economía política.”43 Juntos con la economía política Foucault ha enfatizado esa maldición, enfatizando que el Estado no puede convertirse en el amo de la economía. Una atención más cercana mostrará que este no es simplemente una posición que declara imposible el socialismo y la sociedad sin clases. La “economía del bienestar”, es decir, el “estado del bienestar” en sí mismo también es imposible.

Ante todo esto, la naturalización del mercado, el fetichismo de las mercancías, la afirmar que el mercado es la forma indispensable de la economía moderna, Foucault realmente está promoviendo la idea de que solo una economía liberal puede sobrevivir en este día y edad. Esta es la “teoría” que von Mises y von Hayek y Milton Freidman y Gary Becker todos defienden, disfrazados de atuendo filosófico.

Más allá de las conferencias de 1978-1979, que es el texto fundamental de Foucault sobre la gubernamentalidad, su enfoque de la economía y de la política económica no es más que una confirmación, sobre cuestiones más concretas, de lo ya dicho. El enfoque común compartido con Hayek se extiende a áreas distintas a las señaladas anteriormente: Foucault está en contra de los servicios sociales en general y de los servicios públicos de salud en particular. Esta es una opinión que comparte Hayek, al afirmar que el cuidado de la salud no es diferente de cualquier otro gasto de consumo (por ejemplo, vacaciones) y debe ser tratado en consecuencia.44 Además, Foucault equipara el llamado estado de bienestar (el concepto al que recurre es “sécurité sociale”, de suma importancia en Francia) con “biopoder”, que en su pensamiento es la fuente de dominación sobre los cuerpos humanos. Hayek está de acuerdo con Foucault sobre el carácter represivo del estado de bienestar.45 Foucault también está de acuerdo con la objeción de Friedman al subsidio estatal para los servicios públicos,

 

41 Sobre esto cf. Mitchell Dean, op. cit., pág. 147. 

42 Naissance, pág. 287. 

43 Ídem.

44 Zamora, "Foucault, the Excluded, and the Neoliberal Erosion of the State" en Zamora/Behrent, p. 107.

45 Zamora, “Introduction”, en Zamora/Behrent.

 

 alegando que esto sólo beneficiará a los ricos.46

Pero nada de lo escrito hasta ahora puede competir con la reverencia de Foucault por la otra figura importante de la Escuela de Chicago, Gary Becker. Para tener una idea de qué tipo de la figura es Becker, basta darse cuenta de que se caracterizó por ser el mayor científico social de la segunda mitad del siglo XX por nada menos que Milton Friedman. Debe admitirse que Becker es un pensador original: ha analizado muchos temas nunca antes tratados en términos analíticos económicos como el crimen, la familia, discriminación racial, etc. según la lógica de la economía dominante.

François Ewald, asistente de Foucault, su biógrafo, editor de sus obras completas, afirma que Foucault era verdaderamente un admirador de Gary Becker. Ewald también declaró esto en público en una conferencia de Chicago, celebrada cuando Foucault ya no estaba vivo, donde Becker también estuvo entre los presentes. El motivo de esta admiración es particularmente significativo: según Ewald, Foucault descubrió en Becker la “posibilidad de concebir el poder sin disciplina”. Su teoría de la regulación (de Becker) “hace posible conducir el comportamiento del otro sin coerción, a través de la incitación”.47 Nos gustaría llamar la atención del lector sobre el hecho de que el mismo Foucault ha caracterizado a este hombre como “el más radical de los neoliberales americanos”.48

Muchos seguidores de Foucault han hecho caso omiso de esta clara capitulación de su ídolo al neoliberalismo, se comportaron como si fueran cautivos de una omertá, una ley del silencio, o incluso haber ido más lejos al tratar de disfrazarlo de pensador hostil al neoliberalismo. Este es sin duda un caso interesante en la historia de las ideas.

Como ejemplo significativo, veamos el caso del ilustre autor italiano, el exrevolucionario Antonio Negri. Dado que es imposible negar que Ewald es Foucaultiano, Negri se refugia en el argumento de que es un “foucaultiano de derechas” y alega que el verdadero Foucault sigue a Marx al “decir que el libre mercado nunca ha existido”.49 ¿En qué “sigue” Foucault a Marx? ¿Marx alguna vez dijo que la planificación era imposible? ¿Cómo ignoramos el hecho de que, precisamente en torno al mismo tiempo (1978), Foucault estaba dando conferencias para explicar "Cómo deshacerse de Marx”? ¡En su traición a su propio pasado, Negri persiste y firma!

46 Zamora, “Foucault…” ibid, p. 108.
47 Mitchell Dean, op. cit., p. 129.
48 Ibid, p. 130.
49 Citado por Mitchell Dean.


 

7. “Políticas de identidad” en la era del egoísmo

 

Partimos de una “soledad de cincuenta años” para el marxismo. En el punto que hemos alcanzado, hemos visto que este medio siglo realmente se superpone con otros tres desarrollos históricos mundiales de medio siglo: el surgimiento de la pequeña burguesía moderna como una fracción de clase y su casi transformación en una casta, el colapso de los estados obreros burocráticos, y el asalto de clase más duradero de la burguesía internacional contra la clase obrera y los trabajadores del mundo como solución a la crisis del capitalismo mundial. Ahora es el momento de elevarse hacia una síntesis de estas cuatro grandes tendencias históricas.

Naturalmente, primero llegaremos a una síntesis del cambio que se ha producido en el mundo material para luego pasar a las consecuencias observables en las esferas ideológica y política. El neoliberalismo y el globalismo pretenden fundamentalmente provocar la atomización de todas las clases y estratos que se oponen a la burguesía, pero ante todo a la clase obrera.

En el plano ideológico, el principio básico de este asalto es “cada uno por su lado y el diablo al último”. Cada individuo, en el mejor de los casos cada familia, debe haber sido arrojado a un universo donde solo ellos deben ser responsables de su futuro y no se debe esperar ayuda de nadie más. (Esto es, por supuesto, sólo el objetivo a ser alcanzado. En la vida real este estado nunca se logra, pero ese es el tipo de universo buscado.) En tal sociedad, es imposible que cualquier individuo (o cualquier familia) adopte cualquier otra estrategia para sobrevivir aparte de la búsqueda de su propio interés. No es posible que el individuo espere soluciones a sus problemas de la sociedad en general o de ciertas instituciones sociales. En tal sociedad, el egoísmo es un camino hacia que las personas son empujadas a la fuerza. No es una elección moral; es una necesidad de hierro.

El derrumbe de la experiencia de construcción socialista del siglo XX, por otro lado, ha jugado directamente en las manos del neoliberalismo cum globalismo. Lo que distinguió a las sociedades en transición del capitalismo al socialismo de las sociedades capitalistas no era sólo la abolición a gran escala de la propiedad privada sobre los medios de producción y distribución. La situación general en la que la salud y la educación eran derechos para todos los individuos, donde la vivienda, el transporte, los libros, las artes (incluida la ópera y el ballet) se ofrecieron a la gente a un costo bastante bajo gracias a los subsidios del gobierno había creado un entorno social en el que el individualismo y el egoísmo como categorías de la psicología social habían sido relegados a un segundo plano. Lo más importante, ¡no había desempleo! Nadie puede ser despedido de su trabajo (salvo falta muy grave de disciplina) y aunque lo fueran, podrían han encontrado otro trabajo fácilmente. Esta era una sociedad colectivista donde nadie tenía que “correr por sus vidas”. El comunismo, incluso en esta etapa primitiva, ¡es exactamente lo contrario de egoísmo!

El colapso de estos estados uno tras otro o su regreso gradual al capitalismo (los casos de China o Vietnam) crearon una inmensa desconfianza entre las masas viviendo en sociedades capitalistas hacia soluciones colectivas a los males sociales. El debilitamiento de los partidos socialistas y comunistas de los países capitalistas tiene sus raíces en el colapso de los estados obreros burocráticos.

Lo dicho hasta aquí gira en torno a un concepto que todo ser humano puede entender fácilmente: el egoísmo o egocentrismo, en el sentido de un amor y una adoración desmedidos de uno mismo, prestando atención únicamente al interés propio y comportándose en consecuencia, y permaneciendo ajeno a las necesidades de los demás individuos e incluso llegando a explotarlas con pleno conocimiento de lo que uno está haciendo. Pero ahora estamos pasando a otro plano. En nuestra opinión, la época que vivimos también muestra un estado que puede llamarse egoísmo organizado. La fusión de la pequeña burguesía moderna con las clases y estratos más ricos y poderosos y sin tener en cuenta el destino de todas  las clases "plebeyas" de la sociedad, es decir, obreros, campesinos, trabajadores de todo tipo, los empleados públicos ordinarios, los desempleados, los pobres urbanos, los de debajo de la jerarquía social, la “subclase” como a veces se le llama, en otras palabras, la gran mayoría es lo que queremos decir con esto. Esto es lo original en el egoísmo de nuestra época. La burguesía y sus guardianes (políticos, generales, altos cargos burócratas, los mercenarios intelectuales de la burguesía y sus sectores más mundanos propagandistas, etc.) siempre han actuado con puro egoísmo. Ese es el estado normal de la sociedad capitalista. Lo que es específico de nuestra época es el hecho de que la corteza superior de algunos estratos de la pequeña burguesía (ya veces también los estratos inferiores) se unen a estos sospechosos habituales para formar comunidades cerradas y sistemas escolares segregados y una imaginaria Muralla China entre su propio universo y el mundo de los plebeyos. Esto no siempre fue así. Es de esperar que no sea así en el futuro.

Esto, entonces, es la síntesis. La pequeña burguesía moderna, precisamente en un momento cuando sus filas aumentaban rápidamente gracias al rápido crecimiento de la universidad de masas, ha aprovechado la oportunidad de convertirse en una casta, beneficiándose de la crisis del socialismo y del marxismo y de las debilidades del sindicalismo y direcciones políticas de la clase obrera, encontrándose en una situación general de cuyos privilegios no están siendo cuestionados por ninguna fuerza social poderosa por lo tanto se separó del proletariado y de las grandes masas de trabajadores en un grado no visto en el pasado. El debilitamiento del movimiento comunista (usamos comunismo aquí en el sentido más amplio posible) ha sido a la vez condición previa del surgimiento de la pequeña burguesía moderna y también contribuyó a su reproducción ampliada. El entorno general neoliberal y globalista, con su aspecto de competencia desenfrenada, formó el escenario en el que se estaba representando todo este juego.

Sin embargo, como se recalcó enérgicamente en el último párrafo de la sección introductoria de este artículo, los diferentes componentes de la pequeña burguesía también sufren de ciertos problemas sociales graves. La opresión de las mujeres, de los gays y personas trans, de razas y naciones y creyentes en religiones minoritarias que se encuentran subordinados aún cuando viven como parte de las clases más ricas, todo esto no es sólo una reliquia de épocas históricas pasadas, sino también el resultado de las políticas de "divide y vencerás" de la burguesía como clase dominante. A esto se suma la cuestión de la destrucción de la naturaleza como capital se acumula de manera despiadadamente voraz. La pequeña burguesía moderna no está contenta porque este deterioro del medio natural también daña su propio entorno prístino, reduciendo el valor de mercado de su propiedad, incluidas las segundas viviendas que posee en los espacios más intactos del entorno natural. Por eso organiza partidos “verdes” como arma de clase.

Surgen así movimientos que pretenden reunir a mujeres o gays y trans personas o personas de razas, naciones o religiones oprimidas o aquellos que sufren de la destrucción de la naturaleza, etc. En términos abstractos, estos diversos movimientos pretenden organizar a todos los miembros de la categoría oprimida en cuestión, independientemente de su clase social y su posición. Pero curiosamente, el número de proletarios y miembros de otras clases y estratos plebeyos que participan en estos movimientos son insignificantes a lo mejor. Dado que los miembros de la alta burguesía prefieren mantenerse ocupados en los dominios de la caridad y la inversión en obras de arte bajo la apariencia de apoyo a las actividades culturales y renuentes a participar en tales actividades que en momentos pueden salirse de control, estos movimientos de la “sociedad civil” siguen siendo el chasse gardéee de la moderna pequeña burguesía.

Es como si el pensamiento posmodernista hubiera sido hecho a la medida de estos movimientos. “Diferencia” es el concepto filosófico fundamental. Todos se enfrentan a un problema diferente, todos experimentarán su diferencia con respecto a los demás. Es imposible cambiar la sociedad en su conjunto. En lo que debe enfocarse la atención son en los centros de "micro poder". Foucault habla así en una entrevista:

 

    Usted está preguntando si una “sociedad en su conjunto” puede funcionar, sobre la base de tales   divergencias y experiencias dispersas, desprovistas de un discurso general detrás de ellas. Yo, por el contrario, creo que la idea misma de una "sociedad como un todo" se encuentra en el corazón de la utopía. Esta idea nació en el mundo occidental dentro de la línea histórica muy específica que había el capitalismo como su resultado. … “La sociedad en su conjunto” es precisamente lo que no debe ser tomados en consideración, excepto como el objeto que se tiene que destruir.50

 

Hay que trabajar sobre experiencias singulares. El estado, las clases, las luchas de clases, todos estos quedan fuera del horizonte de lucha, al igual que “la sociedad en su conjunto”.  Alain Touraine, un pensador cercano a estos puntos de vista pero no él mismo un postmodernista ha teorizado los “Nuevos Movimientos Sociales”. Por lo tanto, cada uno tiene su propio movimiento. Partidos políticos que pueden intervenir en el funcionamiento general de la sociedad y cambiar sociedad quedan radicalmente fuera del radar. “Políticas de identidad”, es decir organizar y luchar en torno a los intereses estrechos de una posición social singular, se extiende dentro de las filas de la pequeña-burguesía moderna y luego atrae a individuos de otros barrios que se ven muy cerca de uno u otro de estos movimientos

No agradará a los partidarios de los nuevos movimientos sociales, pero esto debe observarse con toda franqueza. La burguesía no está realmente preocupada por estos nuevos movimientos sociales. Mientras el movimiento de mujeres deje de lado cuestiones que son de interés primordial para las mujeres de clase trabajadora, como las guarderías, la igualdad pago por trabajo igual, salud de mujeres, niños y otros, los jefes están muy inclinado a mantener el diálogo con el movimiento de mujeres. La Unión Europea es extremadamente generoso en el suministro de fondos a todas las ONG, otro nombre útil para “nuevos movimientos sociales”.

Esto adquiere un significado adicional cuando uno recuerda que los problemas de la clase obrera permanecen totalmente fuera del radar. Un solo ejemplo debería ser suficiente ya que va muy al grano: el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas organiza cada año reuniones llamadas “Exámenes Periódicos Universales” de las violaciones de los derechos humanos de todos los países uno por uno, donde los representantes de otros países pueden tomar la palabra y criticar las violaciones a los derechos humanos por parte del país bajo revisión a su vez. En estas reuniones, todas las violaciones se ponen sobre la mesa, pero no cuestiones relativas a la violación de los derechos de la clase obrera, ni la prohibición de actividades de organización sindical, ni la prohibición de huelgas, etc.

Desde el principio de este artículo, hemos subrayado la importancia de los grupos oprimidos en cuestión. Lo repetimos en este punto. Sin embargo, encontramos el actual modo de organización de estos grupos nocivo. Creemos que tienen una cualidad palmaria que capitula ante la sociedad capitalista. No sólo lo creemos, estamos seguros.

 50 Aspettando, op. cit., pág. 37. Nuestra traducción del italiano

 

Decimos, sin embargo, que, en su esencia, la lucha contra este tipo de opresión es legítima. Pero los representantes de estos movimientos y más en general los que defienden el tema de los “derechos humanos” sin plantear los problemas que sufren los trabajadores y trabajadoras en la agenda guardan silencio a pesar de todas las críticas. Incluso si no se hacen la pregunta, el lector puede muy bien desear saber por qué los problemas que sufren los trabajadores y los pobres nunca se llevan a la agenda y por qué los “nuevos movimientos sociales” muestran síntomas de egoísmo organizado.

Marx caracterizó al proletariado como la “clase universal” que salvaría a la humanidad de la alienación de la última sociedad de clases de la historia. Lenin adelantó la idea, de la manera más enfática, que si esta “clase universal” se organiza y lucha exclusivamente sobre la base de sus propios intereses de clase, no puede salvar ni a la sociedad en grande ni siquiera a sí mismo. Llamó a la política de concentrarse exclusivamente en los intereses del proletariado como “corporativismo”. Centró la idea de que el partido proletario debe luchar por el poder político sobre la base de reunir en torno a sí mismo a todas las clases, estratos, grupos sociales y capas oprimidas y explotadas por el capitalismo y luego también del imperialismo en el centro de su estrategia.51 Junto con otros marxistas rusos y con el aporte de talentosos alumnos suyos como Gramsci, utilizó el concepto “hegemonía” al acto de conquistar a todas las clases y demás grupos sociales que puede esperarse razonablemente que se pongan del lado del proletariado contra el capitalismo sin el uso de la coerción, sin recurrir a la fuerza.

Este método logró una contundente victoria a través de la revolución de octubre. Esta revolución fue un gigantesco paso adelante para la emancipación no sólo de la clase obrera sino también de las naciones y pueblos oprimidos, de las mujeres y de las creencias religiosas oprimidas.52

De ninguna manera los “nuevos movimientos sociales” han tomado en consideración esta política, porque son hostiles al leninismo.

 

8. La posmodernidad conquista los “nuevos movimientos sociales”

 

El posmodernismo no solo ha aportado al cuestionamiento de la posición central del proletariado en un sentido general. Decimos “aportado” ya que el factor real en la pérdida de esta posición central del proletariado tuvo que ver con los desarrollos dentro del mundo material-práctico: el elemento decisivo fue el hecho de que los estados obreros habían caído presa de la restauración capitalista, haciendo añicos el sistema colectivo de las aspiraciones de las masas. El posmodernismo fortaleció este impacto en las filas de la intelectualidad proporcionando una alternativa al marxismo.

Sin embargo, su impacto no se limitó solo a esto. El posmodernismo ha conquistado los llamados “nuevos movimientos sociales” desde adentro. El movimiento que sufrió la mayor parte de esto fue el movimiento de liberación de la mujer de un siglo de antigüedad, en su forma feminista. (Nos referiremos brevemente al mismo tipo de influencia para los movimientos de gays y personas trans).

 

51 Véase, entre otros, nuestro Marksistler, vol. 1: Teori-Pratik Birliğine Doğru, Capítulo 8.

52 Para las mujeres, véase Armağan Tulunay, “The Land of the October Revolution: a country of women walking on the road to emancipation”, Revolutionary Marxism 2018; para las naciones oprimidas ver Sungur Savran, “The Muslim October”,  Revolutionary Marxism 2018.

 

Es un error generalizado pensar que la “segunda ola” del movimiento feminista nacido en la década de 1960 tras un período de relativa quietud tras la “primera ola” de feminismo puesta en marcha por el movimiento “sufragista” de finales del siglo XIX y principios del XX todavía está entre nosotros. Aquellos que piensan así están profundamente equivocado. Es la “tercera ola” la que gobierna ahora.53 Y esta nueva ola comenzó precisamente en el mismo momento histórico en el que el posmodernismo se convirtió en una fuerza hegemónica sobre el movimiento feminista. Las ideas que se filtraron en la década de 1980 resultaron en la conquistar el ala dominante del feminismo por parte del posmodernismo a partir del año 1990 en lo que puede caracterizarse como un desarrollo explosivo. Vemos que no sólo el posmodernismo en general sino las ideas de su pensador más influyente Michel Foucault ganó alrededor de ese punto de inflexión una amplia influencia dentro del movimiento feminista.54

Primero determinemos el punto de inflexión en términos concretos. El año 1990 es el momento en que el libro que constituyó el ejemplo más avanzado de la influencia de posmodernismo y de Foucault sobre el feminismo vio la luz del día: el volumen de Judith Butler Gender Trouble (Problemas de Género) sentó las bases para un marco que se denominaría "teoría queer", trasladando así toda la discusión sobre el género a otro nivel. Junto a esto, Gender and Knowledge: Elements of a Postmodern Feminism (Genero y conocimiento: elementos de un feminismo posmoderno) de Susan Hekman y Feminism/Postmodernism  (Feminismo/Posmodernismo) una compilación editada por Linda Nicholson fueron presentado en ese mismo fatídico año. Ese mismo año se organizó un simposio donde Judith Butler, por un lado, y Seyla Benhabib, alumna de Jürgen Habermas, el crítico más influyente del posmodernismo en la academia burguesa, han debatido entre sí, junto con otros dos autores. Este debate fue publicado en la revista Praxis Internacional al año siguiente. Una edición posterior del mismo libro fue publicada en alemán con nuevos artículos de los mismos autores, que luego fue traducido al inglés y publicado en 1995 en un volumen editado con una introducción de Linda Nicholson, a quien conocimos anteriormente.55

Inmediatamente antes y más aún después del punto de inflexión de 1990, muchos otros libros y antologías también se publicaron que apuntaban en la misma dirección. Nos permitimos simplemente mencionar algunos de estos, ya que son emblemáticos de la profunda influencia que Foucault tuvo en esta nueva literatura: Disciplining Foucault: Feminism,  Power and the Body, (Jana Sawicki, 1991), Foucault and Feminism: Power, Gender and the Self, (Lois McNay, 1992), Unbearable Weight: Feminism, Western Culture and the Body, (Susan Bordo, 1993) y Feminist Interpretations of Michel Foucault, una antología compilada por Susan Hekman (1996).

Un libro importante en la literatura relacionada con los gays y las personas trans en este sentido es de

 53 Entre muchas fuentes, una completa: Susan Archer Mann, “Third Wave Feminism’s Unhappy Marriage of Poststructuralism and Intersectionality Theory”, Journal of Feminist Scholarship, No. 4, Primavera 2013.

54 En realidad, el feminismo postmodernista francés surgió antes, comprensiblemente dada la primacía de la cultura francesa sobre la cuestión de la posmodernidad. El influyente trabajo de Julia Kristeva en esta área puede estar fechado entre 1977 y 1982. “The Laugh of the Medusa” de Hélène Cixous 1976. Luce Irigaray también comenzó a producir su trabajo en la década de 1970. Véase Raman Selden/Peter Widdowson/ Peter Brooker, A Reader’s Guide to Contemporary Literary Theory, Harlow: Pearson Longman, 5ta Edición, 2005, pag.129-137.

55 Feminist Contentions: A Philosophical Exchange, Nueva York/Londres: Routledge, 1995.

 

David M. Halperin, importante teórico de la teoría queer: Saint-Foucault: Towards a Gay Hagiography (1995). ¿Necesitamos agregar que Judith Butler, la creadora de la “teoría queer”, es una pensadora que sigue de cerca el pensamiento de Foucault?

Si volvemos al feminismo, debemos señalar que la década de 1990 generó tal revuelo en la teoría feminista que Seyla Benhabib, opositora (aunque con ciertas concesiones) del posmodernismo, sintió la necesidad de decir, de acuerdo con otra escritora feminista, Linda Alcoff, que “la teoría feminista atraviesa en este momento una profunda crisis de identidad”.56 Más o menos al mismo tiempo, dos autoras de origen marxista, Michèle Barrett y Ann Philips, escribieron, por su parte:

   Los principios fundacionales del feminismo occidental contemporáneo han sido desafiados       dramáticamente con suposiciones previas compartidas y ortodoxias incuestionables casi relegadas a la historia. Estos cambios han sido del orden de un “cambio de paradigma”, en el que se anulan radicalmente las suposiciones en lugar de las conclusiones.57

Algunos todavía pueden tener dudas sobre hacia qué dirección apuntaba esta agitación. Citemos entonces el juicio incuestionable de dos de las autoras feministas más autorizadas de la época: “Lo que está en juego en última instancia en un encuentro entre el feminismo y el posmodernismo… es la perspectiva de un feminismo posmodernista”.58 

Para aquellos lectores que deseen ver por sí mismas cuantas polémicas enconadas generó esta transformación y cómo los representantes de la segunda ola se acercaron y reprocharon a la nueva generación, recomendaríamos un artículo de Martha Nussbaum, filósofa de la vieja generación, en el que ataca ferozmente a Judith Butler.59

Ahora es el momento de ver cómo y de qué manera el posmodernismo influyó en el feminismo. Hasta este punto de la presente sección solo presentamos al lector algunas informaciones empíricas para sacar a relucir la verdad incuestionable de una nueva ola posmodernista de feminismo. A partir de este momento, al retomarse las relaciones de interacción y hegemonía entre dos corrientes de pensamiento o más bien una corriente de pensamiento y un movimiento de emancipación social, inevitablemente traeremos a la discusión nuestra propia valoración de las cuestiones planteadas. No somos experto en feminismo y preferimos dejar los juicios sobre este movimiento a las mujeres marxistas, por lo que es natural que nuestros puntos de vista se expresen como deben ser de manera humilde. Por otro lado, dado que creemos que nuestra comprensión del posmodernismo es mucho más profunda que la de aquellos que se han perdido en su laberinto, sacaremos algunas conclusiones de nuestra discusión. 

Pasemos entonces al debate en sí. El punto de partida de las autoras que afirman que la posmodernidad y particularmente Foucault son aliados naturales del feminismo es la

 56 Feminist Contentions, op. cit., pág. 20

57 Citado por Susan Archer Mann, op. Cit., pág. 55, del libro de los autores de 1992, Destabilizing Theory, énfasis nuestro.

58 Nancy Fraser/Linda Nicholson, “Social Criticism Without Philosophy: An Encounter Between Feminism and Postmodernism”, in Feminism and Postmodernism, Linda J. Nicholson (ed.), Nueva York/ Londres: Routledge, 1990, pág. 20.

59 Martha C. Nussbaum, “The Professor of Parody. The Hip Defeatism of Judith Butler", The New Republic, 22 de febrero de 1999. 

 

alegación de que la crítica posmoderna de la razón y la ciencia, por un lado, y el descubrimiento por parte del feminismo de que todas las ideas filosóficas y científicas desarrolladas hasta ahora son productos de la mente de los hombres, y no de las mujeres, por el otro, se superponen. De acuerdo con este punto de vista, el posmodernismo sostiene que la ciencia y la academia no son imparciales ni objetivas. Las feministas, así como otras corrientes de pensamiento que deben su existencia a ponerse del lado de los oprimidos, se han dado cuenta de este hecho por sí mismas.60 Hasta este punto, parece haber algo en común. 

Sin embargo, la crítica que dirige el posmodernismo a la ciencia y la academia va mucho más allá. Siguiendo el ejemplo de Nietzsche y Heidegger, los posmodernistas afirman que la ciencia es una imposibilidad, que pertenece a la categoría de meta narrativa, que la razón que se ha vuelto dominante en las esferas de la filosofía y la ciencia desde la era de la Ilustración se ha convertido en la verdad que es concreta, local, específica, fragmentaria y, lo que es más importante, necesariamente entrelazada con una lucha de poder en una que pretende ser la verdad incuestionable del universo. En otras palabras, no solo cuestionan los procedimientos y protocolos de la razón filosófica y científica tal como se ha desarrollado hasta ahora, como lo hacen las feministas. Pusieron la razón misma entre paréntesis. El posmodernismo es una ideología del escepticismo, del relativismo, incluso del oscurantismo.

Es aquí donde encontramos la fuente del gran temblor del feminismo. Es por ello que desde dentro del movimiento feminista que se basó, en el pasado, en ideas perfectamente comprensibles y claras, se esté o no de acuerdo con ellas, una serie de corrientes y autoras se han separado escribiendo en términos de un discurso difícilmente comprensible para los mortales y comenzó a producir textos que son tan intrincados que no pueden ser entendidos por otros.

Por supuesto, el único problema no es el hecho de abandonar la razón, la razón que es tan indispensable para todo movimiento que lucha por la liberación o la emancipación. Igual de importante es la cuestión de la posibilidad de la lucha por la emancipación misma. En la teoría feminista posmoderna, y particularmente en la obra de Butler, la emancipación se convierte casi en un sueño. En palabras de Seyla Benhabib, con el posmodernismo ha florecido una tendencia hacia un “escape de la utopía”.61 Esto no es casualidad. En una filosofía foucaultiana o derrideana basada en la tradición nietzscheana/heideggeriana, la “muerte” del sujeto hace imposibles las grandes luchas de emancipación. Es que la emancipación es necesariamente siempre y en todas partes la emancipación de un sujeto. 

El inverso del medallón es que todo esto está respaldado por una crítica increíblemente baja de calidad dirigida al marxismo. Jane Flax, un nombre destacado en el feminismo posmodernista, “consolida” su posición sobre la base de los errores del marxismo, que es el objetivo principal de su oposición a las meta narrativas. Según Flax, la importancia central de las categorías de Marx, en particular del trabajo, se deriva de la generalización de la forma específica de producción de mercancías.62

¡La crítica de una teoría sólo puede estar tan fuera de lugar! Marx no deriva

 60 Fraser/Nicholson, op. cit., passim.

61 Benhabib, op. cit., pág. 29.

62 Jane Flax, “Postmodernism and Gender Relations in Feminist Theory”, en Linda J. Nicholson, op. cit., pág. 46-47.

 

la importancia central del trabajo a partir de la producción de mercancías que es la forma necesaria del producto bajo el capitalismo. Por el contrario, es gracias al papel central que desempeña el trabajo en la distinción del ser humano de todos los demás organismos en todos los tiempos que éste puede reconocer correctamente lo que tiene de específico la producción de mercancías. Marx había puesto a Hegel de nuevo en pie. ¡Flax rota hacia abajo a Marx y lo coloca de cabeza!

El otro elemento que complementa esta crítica a Marx es la reducción de la razón dialéctica al pensamiento de la Ilustración por parte de las feministas posmodernas y de los posmodernistas en general. Una vez más, el papel principal es para Jane Flax. Traemos a Seyla Benhabib al banquillo de los testigos: “La razón occidental se postula como el discurso del sujeto idéntico a sí mismo, … la historia del sujeto masculino de la razón”. Entonces Benhabib añade lo siguiente, sin siquiera darse cuenta de lo que está diciendo: “Si el sujeto de la tradición intelectual occidental ha sido por lo general el hombre blanco, propietario, rico, cristiano, cabeza de familia,…” 63¿Propietario? ¿El sujeto de Marx? Nadie consciente de que para Marx nunca hay un sujeto único, sino que desde el comienzo de la historia escrita ha habido una lucha entre explotadores y explotados, opresores y oprimidos, puede escribir esta frase sobre Marx, quienquiera que sea. pueden desear incluir dentro de los autores de esta idea. Aquí está claro que para deshacerse de Marx (recuerden a Foucault, “¿Cómo deshacerse de Marx?”), uno necesita abstraerse de la diferencia decisiva entre Marx y los filósofos de las clases dominantes. 

Concluyamos con una broma de Sheila Benhabib. Ella nos recuerda que la década de 1980 se había abierto con el descubrimiento del “matrimonio infeliz del marxismo y el feminismo”.64 Al final de la década, concluye, uno se da cuenta de que detrás de la inquietud yacía una cortesana más seductora.65

A menos que el propio feminismo supere el daño que la posmodernidad ha hecho en su seno, no podrá establecer una alianza de emancipación real con otras luchas sociales (la excepción es el movimiento de gays y trans, que parece haberse solidarizado con el feminismo bajo el paraguas de la teoría queer). En todo el mundo, el movimiento de mujeres es uno de los sectores más robustos y vivos dentro de las masas, ya sea en la lucha contra la violencia o por el derecho al aborto o incluso en otras áreas. Pero mientras el marco exterior de esta lucha se mantenga dentro de la camisa de fuerza del posmodernismo, la corriente principal del movimiento de mujeres permanecerá cautiva de la ideología de los estratos ricos de la pequeña burguesía moderna.

 

9. Hacia el final de la era del egoísmo

En esta etapa tenemos que plantear la siguiente pregunta: ¿la era del egoísmo está aquí para quedarse? ¿Son el posmodernismo y el liberalismo de izquierda en tanto que expresiones ideológicas de esta época filosofías del futuro? ¡Ciertamente no! La historia se mueve de acuerdo

 63 Benhabib, “Feminism and Postmodernism: An Uneasy Alliance”, en Nicholson (ed.), Feminist Contenciones, op. cit. pag. 19

64 Heidi Hartmann, “The Unhappy Marriage of Marxism and Feminism: Towards a More Progressive Union.” In Women and Revolution, editado por Lydia Sargent, Boston: Prensa del extremo sur, 1981.

65 Benhabib, op. cit., pág. 17.

 

con las leyes de la dialéctica, lo que implica un cambio constante. El posmodernismo como ideología perderá su atractivo cuando se eliminen las condiciones materiales de la era del egoísmo y su prestigio dentro de la intelectualidad menguará a medida que disminuya su peso dentro de los movimientos y luchas sociales.

Ciertos síntomas ya sugieren que el proceso de desaparición de la era del egoísmo está a punto de comenzar. Primero observamos el deterioro de las condiciones de reproducción de la pequeña burguesía moderna como casta. El papel que juega la universidad en la reproducción de esta estructura de castas se está debilitando perceptiblemente, especialmente para las capas educadas (semi)proletarias (que hemos tratado en su mayoría como parte del fenómeno general del surgimiento de la moderna pequeña burguesía, a efectos de conveniencia). La Tercera Gran Depresión que comenzó en 2008, después de golpear a los sectores más pobres de la población, ya ha comenzado a oscurecer las perspectivas futuras de esta parte relativamente más acomodada de la jerarquía de clases. Como resultado de esto, además de los hijos de las familias más prósperas (que asisten a las universidades más prestigiosas), los graduados se enfrentan cada vez más a la perspectiva del desempleo y, concomitantemente, a una mayor dificultad para pagar la deuda estudiantil que contrajeron mientras estudiaban a la Universidad.

Deberíamos agregar a esto una contradicción creada por el éxito mismo de la universidad como mecanismo para la formación de una estructura similar a una casta. Mientras que inicialmente un título universitario era clave para distinguirse de las clases bajas, el hecho mismo de este éxito comenzó a atraer a estas clases bajas a la universidad a cualquier precio. A medida que los hijos de los miembros de la clase obrera también se matricularan en las universidades, surgirían nuevos problemas. La más destacada de ellas es que los jóvenes de clase trabajadora o minorías oprimidas (las dos categorías se superponen en muchos casos) con escasos recursos económicos, mal educados en escuelas secundarias decrépitas y pobremente equipados en términos culturales debido al bajo nivel de educación de los padres, tienen que optar por deudas estudiantiles para poder pagar la matrícula y los costos de la educación universitaria que aumentan constantemente a medida que aumenta la demanda, pero tendrán que abandonar los estudios después de cierto punto y, por lo tanto, dejar a toda la familia cara a cara con un atolladero de deudas .66

Es por eso que en los Estados Unidos, por ejemplo, la deuda estudiantil había alcanzado la astronómica suma de 1,7 billones de dólares y la administración Biden ahora ha decidido cancelar parte de esta deuda bajo una gran presión. Como resultado, la formación de la estructura de castas se ha vuelto tan vulnerable que el número de estudiantes que solicitan admisión a la universidad incluso ha comenzado a disminuir.67 En cierto sentido, entonces, la tendencia que surgió hace medio siglo finalmente está entrando en marcha atrás.

Este proceso multifacético no solo empuja a los graduados a compartir el mismo destino común con el cuerpo principal del proletariado. En una de esas maliciosas inversiones de la dialéctica, empuja a estas mismas personas al frente de la lucha de clases. El creciente número de trabajadores educados que, debido a las oportunidades decrecientes de trabajos privilegiados, se encaminan hacia el trabajo físico (particularmente en el sector servicios), juega un papel innegable en el aumento palpable de la

 66 “They Got the Debt but Not the Degree”, New York Timeshttp://alturl.com/oqm85.

67 “Disminuye la inscripción universitaria, incluso cuando el efecto de la pandemia disminuye”, New York Timeshttp://alturl.com/g59s3.

 

sindicalización en estas industrias, quizás también debido al gran abismo entre sus expectativas anteriores y su situación actual.68 En otras palabras, los nuevos miembros de los estratos de la fuerza laboral educada que se habían acostumbrado a existir como una aristocracia laboral están ahora comenzando a perder sus privilegios aristocráticos y saliendo adelante con sus puros atributos proletarios. Los hijos de las capas que en el pasado bebían café de “comercio justo” en Starbucks, pontificando sobre la contaminación del medio ambiente o cuestiones propias del feminismo o LGBTQI+ ahora toman la delantera en la campaña de sindicalización en la misma cadena de Starbucks.

En segundo lugar, el neoliberalismo sufrió una grave debacle en 2008. Ahora se ha convertido en tema de un encendido debate en las filas de las clases dominantes de todos los países. El globalismo, la dimensión internacional del neoliberalismo, y su gemela, la mítica teoría de la globalización actuando como su sirvienta ideológica, ya han quebrado. Por un lado, los gobiernos de diferentes tendencias políticas le dan cada vez más la cara al proteccionismo, todos los flujos dentro de la economía internacional (capital extranjero, comercio exterior, flujos de crédito, cooperación tecnológica, etc.) se han ralentizado si no han sufrido una declinación absoluta. Por otro lado, el surgimiento del protofascismo o de los movimientos abiertamente fascistas aviva deliberadamente las llamas del nacionalismo y del proteccionismo. De hecho, esta tendencia se está volviendo hegemónica y los gobiernos que no comparten ninguna de las otras características del protofascismo (y más claramente la administración Biden en los Estados Unidos) adoptan el mismo tipo de políticas económicas nacionalistas y proteccionistas. Finalmente, la guerra de Ucrania conduce a una mayor fragmentación de la economía mundial, bajo el impacto tanto de las sanciones como del cese del comercio en determinados sectores debido a las hostilidades.

Algo más tarde ocurrirá lo mismo dentro del aspecto doméstico del neoliberalismo. La depresión iniciada en 2008, como hemos comentado con más detalle en otro lugar, presenta ciertas especificidades en relación con las dos anteriores. Es una crisis depresiva que se profundiza solo gradualmente. El factor más importante aquí es China, con una dinámica especial propia, cuyo altísimo nivel de crecimiento económico incluso en el ambiente taciturno de la Tercera Gran Depresión ha actuado para rejuvenecer, por así decirlo, la agonizante economía capitalista mundial. Pero la propia China ahora se está desacelerando, como era de esperar en un entorno mundial de crecimiento económico ínfimo. Es imposible que una economía que ha apostado por el papel de “taller del mundo” no se vea influida negativamente por las exiguas fuerzas de ese mundo. El crecimiento basado en el sobrecrédito se vuelve cada vez más problemático en ese país, en un proceso donde la industria de la construcción y el gobierno local asoman como los eslabones débiles. El gran riesgo es que la industria bancaria se sume a esos eslabones débiles. Por otro lado, primero la pandemia y ahora la guerra de Ucrania han causado grandes golpes a la economía mundial. Este próximo invierno [invierno de 2022-2023] está destinado a crear un gran malestar social, especialmente en los países europeos. El neoliberalismo no puede actuar como base de la política estatal en condiciones tan nefastas. La nacionalización de la industria del gas natural tanto en Francia como en Alemania son sólo los primeros signos de la incongruencia de los métodos de mercado y de la profunda crisis que se avecina.

 68 “The Revolt of the College-Educated Working Class”, New York Times, 28 de abril 2022, http:// alturl.com/2uu8g.

 

Vemos así que, de las tres condiciones materiales del posmodernismo, dos están en el proceso de pérdida de su validez. Sin embargo, la tercera condición, la crisis del marxismo parece tener una larga vida. A pesar del turbulento período de levantamientos populares, la rebeliones y revoluciones que se ha establecido desde las revoluciones árabes de 2011, esta crisis está lejos de su desenlace. Muchos de estos levantamientos populares fueron directamente resultado de la dinámica de la lucha de clases. Pero los movimientos socialistas/comunistas, hundidos en un malestar del que no pueden recuperarse, ya no son capaces, ni teórica, política y moralmente, ni organizativamente de liderar a tan poderosos movimientos populares. De ahí, los diferentes episodios de la ola revolucionaria que sacudieron al mundo primero entre 2011 y 2013 y luego en 2019 terminaron todos en un frustrante regreso al statu quo anterior (sin duda bajo el impacto de otros importantes factores también)69.

Por eso la supremacía del posmodernismo y del liberalismo de izquierda en los dominios teóricos e ideológicos está bien y vivo, sin mayores incursiones. De hecho, esto es extremadamente irónico, ya que, a diferencia del marxismo genuino, el posmodernismo no solo no ha previsto hacia dónde se dirige el mundo, sino que incluso es responsable en primer grado de toda la catástrofe que se abate sobre nuestro futuro. Además, la humanidad ha llegado ahora al umbral del fascismo y de una nueva guerra mundial y el posmodernismo no tiene nada que proponer para combatir estos males.

Esto hace que nuestra tarea sea doblemente desafiante: si no vamos a quedarnos de brazos cruzados mientras que el mundo está siendo destruido por los poderosos y los codiciosos, tendremos que, por un lado, trabajar con todas nuestras fuerzas para crear partidos revolucionarios y una Internacional revolucionaria, y, por otro, continuar nuestro trabajo incesantemente en el campo de la “batalla de las ideas”.

 

Conclusión

 En este artículo buscábamos respuesta a la siguiente pregunta: ¿cuáles son los motores de los “cincuenta años de soledad” que ha caído sobre el marxismo o, lo que es lo mismo en su inverso, de la supremacía del posmodernismo sobre el universo intelectual de la izquierda en el último medio siglo? Hay dos respuestas muy extendidas a esta pregunta. El primero es por supuesto la respuesta proporcionada por los propios partidarios del posmodernismo. En su opinión, el marxismo estaba equivocado desde el principio o ha perdido su validez desde que entramos en la era posmoderna y, por lo tanto, cedió el terreno al posmodernismo. La otra es la respuesta dada por un conjunto de teóricos marxistas: como el capitalismo ha entrado en una etapa completamente nueva, una nueva escuela de pensamiento (o una familia de tales escuelas) ha reemplazado al marxismo como la corriente intelectual dominante. Manifiestamente, esto parece ser una explicación materialista. Sin embargo, al conceder que, se llame como se llame, “posmodernidad” o cualquier otra cosa, estos marxistas están cediendo terreno a la escuela

 69 Intentamos analizar estos factores a la luz de 2011-2013 y 2019, en turco. Ver nuestro “Arap Devriminin Sorunları”, Devrimci Marksizm, No. 17-18, Invierno-Primavera 2013 y “Arap Devriminin Dirilişi: Türkiye İçin Dersler”, Devrimci Marksizm, núm. 39-40, verano-otoño de 2019.

 

 

posmodernista70

Si este artículo tiene algo novedoso que ofrecer, es la idea de que el ascenso del posmodernismo y el eclipse del marxismo son dos caras de la misma moneda y son el resultado sintético de tres fenómenos contemporáneos a este declive y ascenso, tres fenómenos que han venido en el mundo material-práctico, es decir, el surgimiento y la transformación de la pequeña burguesía moderna en una estructura social similar a una casta, la crisis y, en última instancia, el colapso de los estados obreros burocráticos, y el surgimiento del neoliberalismo como una estrategia de resolución de crisis de capital internacional. Todos estos son fenómenos transitorios. De lo contrario, no se puede, bajo ningún concepto, hablar de una nueva etapa de la historia, de la posmodernidad o de cualquier otra cosa.

Todos los errores, contradicciones, a veces de dimensiones fantásticas, de la familia de corrientes de pensamiento adscritas a la posmodernidad han sido retomadas en los diversos trabajos publicados en este número de nuestra revista. El criterio más fiable de la verdad o falsedad de una teoría es el juicio emitido por la práctica a lo largo del tiempo sobre el “conocimiento” proporcionado por esa teoría. La falsedad de las predicciones hechas por estas teorías durante un período de 16 años ha sido expuesta constantemente en los 50 números de Devrimci Marksizm (nuestra publicación madre turca) y los seis números anuales de Revolutionary Marxism.

Todas las predicciones del marxismo han resultado ser correctas. Todas las predicciones del posmodernismo y su primo (a través de Foucault, esto se ha demostrado en este artículo) el liberalismo de izquierda, tanto a escala mundial como dentro de la propia Turquía, han sido refutadas por la vida práctica. Contentémonos con un solo ejemplo. Cuando Lehman Brothers quebró en 2008, en un balance publicado inmediatamente después del evento, el Consejo Editorial de esta revista vaticinó desarrollos que se han confirmado: la entrada de la economía mundial en una fase de gran depresión, el ascenso del fascismo a nivel internacional , el surgimiento de la amenaza de una guerra mundial en el horizonte, los levantamientos revolucionarios, etc.71 El mayor valor de esta revista radica en esas predicciones ya que el marxismo no es una acrobacia de la mente sino una guía para la acción del movimiento proletario revolucionario que aspira a una sociedad sin clases. ¿En qué sentido, entonces, la discusión planteada en este artículo es una guía para la acción? En la medida en que el marxismo revolucionario como corriente política siempre ha defendido el establecimiento de una alianza entre las masas oprimidas y el proletariado, en la medida en que siempre ha afirmado que la emancipación total de los oprimidos sólo puede darse bajo el dominio político de la clase obrera, los adeptos de la política identitaria la han acusado de posponer la lucha de los oprimidos hasta después de la revolución. Sin embargo, ahora podemos ver claramente que las corrientes de la política de identidad en nuestros días no solo se abstienen de colaborar con el proletariado. Se niegan a tener el más mínimo vínculo con él. Por supuesto, hay quienes que todavía

 70 Esperamos mostrar, en una ocasión futura, que esta actitud es en efecto una especie de capitulación ante el posmodernismo. Tres ejemplos destacados: David Harvey, The Condition of Postmodernity, Londres: SAGE, 1989; Fredric Jameson, Postmodernism, or, the Cultural Logic of Late Capitalism, Durham, NC: Duke University Press, 1992; Alex Callinicos, Against Postmodernism, A Marxist Critique, Cambridge: Polity Press, 1989.

71 Devrimci Marksizm Yayın Kurulu, “Yeni Bir Dönem Açılıyor: Mali Çöküş, Depresyon, Sınıf Mücadelesi”, Devrimci Marksizm, No. 8, Invierno 2008-2009.

 

se consideran socialistas dentro de estos movimientos de políticas de identidad. Algunos de ellos pueden incluso considerar que el socialismo proletario es importante para el futuro de la humanidad. Sin embargo, esto solo sigue siendo un proceso de pensamiento, nunca se traduce en acción. El socialismo de los socialistas dentro de tales movimientos existe como una fe que pertenece a la esfera de la vida privada.

Ante esta realidad, lo que se debe hacer debe ser claro: la consolidación y fortalecimiento de un partido proletario revolucionario que absorba en el programa de poder político para el proletariado la conquista para la clase de las concepciones de Lenin; la persuasión a algunas corrientes dentro de las masas oprimidas y capas por parte del partido de que el programa proletario de poder traerá como consecuencia su emancipación; el movimiento de estas corrientes para luego convencer a las masas de oprimidos a elegir entre la burguesía y el proletariado; el levantamiento de la lucha contra la burguesía en conjunto por parte del proletariado y las masas oprimidas que se reagrupan en torno a él; con la toma del poder por el proletariado el fin de todas las diferentes formas de opresión que vienen desde lo más profundo de la historia y han servido en los tiempos modernos a la burguesía para dividir y dominar con mayor firmeza a las masas.

Tal es el método alternativo de abordar la cuestión. Este es el establecimiento de la hegemonía proletaria. No por la fuerza, no a través de la coerción. La definición leninista de hegemonía implica asumir el liderazgo sin el uso de la fuerza. Todo dependerá de la persuasión, la propaganda, la agitación y, por supuesto, la organización. Algunos podrían preguntarse: ¿por qué se le da una especie de prioridad a la clase obrera? ¿Por qué hablar de “hegemonía” y no simplemente de una alianza o cooperación? Si hablamos de hegemonía, eso se debe a que solo dos fuerzas pueden poseer la posición de clase dominante en la sociedad moderna: la burguesía o el proletariado. Quien se niegue a apoyar al proletariado, quien desee mantenerse al margen de su búsqueda del poder, esa clase, ese estrato, ese grupo o esa persona estará apuntalando a la actual clase dominante, la burguesía.

El proletariado no es sólo objeto de las más graves crueldades del capitalismo. Él es la única fuerza que puede liderar la lucha para destruir al monstruo. Por eso todos los oprimidos del mundo necesitan reunirse alrededor del proletariado. El proletariado es el sujeto de la historia. El posmodernismo declaró la muerte del sujeto. Es nuestra apuesta darle vida en la persona del proletariado.